Desde hace unos pocos años, tras la Semana Santa, suelo consultar periódicamente las páginas oficiales del festival de jazz de San Javier y el de la mar de músicas de Cartagena. Es una manera de adelantar las vacaciones veraniegas con promesas de futuros grandes momentos. Los primeros intentos son en valde. Sigue en cartel la programación del año anterior. Hasta que un día me llevo la sorpresa y la alegría de que por fin anuncian los artistas que van tocar este año. Esa noche (estas consultas las hago siempre por la noche) nos sentamos delante del ordenador como niños abriendo los regalos de los Reyes Magos.
Yo siempre les pido Van Morrison a los Reyes sin ningún éxito (me parece que Van Morrison va a ser como el Scaletrix, que me voy a hacer mayor sin que me lo traigan). Pero este año han dejado un regalo mucho mejor (y ya es difícil), algo tan increíble que ni siquiera se me ocurrió desearlo.
¿Ray Davies? ¿Pero es el Ray Davies que yo creo que es? ¿Todavía da conciertos? Ni siquiera estaba seguro de que continuara con vida. Sí, sí y sí. Vivito y coleando se presenta en Cartagena el líder de los Kinks. Y si algún lector desprevenido desconoce quiénes son los Kinks ya está tardando. Y nada mejor que empezar con los tres programas que les dedicó Diego Manrique en su añorado programa de Radio3. En palabras de Manrique: A los Beatles se les admira, a los Rolling Stones se les respeta, a los Kinks se les ama. Lo demostramos con unas decenas de temas deslumbrantes, escuchando las grabaciones originales de los hermanos Davies y las versiones de artistas tan heterogéneos como...
Los Kinks son tan grandes que sorprenden lo poco conocidos que son en España, al menos entre la gente de mi quinta con la que yo me relaciono. Salvando a los Beatles, que son de otro mundo, no hay otro grupo de música pop que les pueda hacer sombra. Habrá gente que prefiera a los Rolling, a los Beach Boys o a los Creedence Clearwater Revival, pero ya es cuestión de gustos no de calidad. Por eso sorprende la repercusión mediática que acompaña a cualquier movimiento de los Rolling (veáse su último concierto en Madrid) si se compara con la semiclandestinidad en la que se mueve Ray Davies. Entre 85 y 225 euros pagaron los 56.000 espectadores que acudieron a
escucharlos al Bernabéu. Entre 12 euros (abonados) y 35 (el resto) cuesta el concierto de esta noche en un recinto con una aforo de 1.500 personas (a ojo de buen cubero tirando por lo alto).
Nadie hubiera esperado que sexo, drogas y rocanrol fuese un estilo de vida tan saludable. Al menos para los supervivientes de la peor época de excesos. Así lo están demostrando John Fogerty, Van Morrison, Ray Davies, los Rolling o Sir Paul. Todos nacidos a mediados de los años cuarenta del siglo pasado y todos enfracasdos en su propia gira veraniega (aunque lo de Van Morrison no es una gira, tan sólo unos pocos conciertos escogidos). Los representantes de un tipo de música, en su día transgresora, que se desarrolló y alcanzó su cenit en apenas diez años. Ahora son clásicos. Los últimos referentes de un tiempo y un estilo que morirá con ellos.
No todos han envejecido igual. Algunos han continuado evolucionando y experimentando. Otros, particularmente los Rolling Stones, se han convertido en parodias de sí mismos. Hace unos días leí una entrevista a David Sumers en la que decía que cuando cumplió cuarenta le pidió a su mujer que no le permitiera cantar sufre mamón con cincuenta años. Que le ahorrara el bochorno. Ahora, que llegó a los cincuenta, ha superado el miedo al ridículo y piensa seguir cantándola hasta los setenta y más allá. Hay algo grotesco en cantar satisfaction con más de setenta años haciendo alarde de condición física. O peor aún, tener setenta y llevar los últimos veinte años cantando satisfaction. Los mismos acordes, los mismos saltitos, los mismos gestos impostados. Año tras año. Dicho lo cual, me encataría asistir a un concierto de los Rolling Stones si tuviera la ocasión.
No me quiero hacer demasiadas ilusiones con el concierto de mañana. He visto en youtube algunas actuaciones recientes de Ray Davies y no parece estar en excesiva buena forma. Aclaremos: está en una forma excelente si consideramos que acaba de cumplir setenta años y hace diez que sobrevivió a un tiroteo. Pero no lo he visto con fuerza para defender según qué canciones. Por otro lado, pienso que hay muchas canciones excelentes que no requieren de especial energía para ser interpretadas. Entre ellas, casi todas mis favoritas: Set me free, Sunny afternoon, A well respected man, Waterloo sunset, Apeman, Tell me now so I'll know... Hay tantas. En fin, que no quiero hacerme ilusiones pero me las hago.
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