Recuerdo perfectamente el momento en que me enteré de la existencia de ocho y medio. Fue hace diez años (¡madre mía!), en el caluroso mes de junio de 2003. Me llamaron de la Delegación de Educación de Guadalajara para hacer una sustitución en un instituto de Azuqueca de Henares. Tomé posesión el día 2 de junio cuando todo el trabajo está prácticamente hecho (anda que hoy en día, con la crisis, van a mandar a un sustituto en esas fechas). Tenía mucho tiempo libre y pasaba casi todas las tardes y fines de semana en Madrid, como un turista al que encima le pagan dinero. Fue un mes de descubrimientos: el botánico, PhotoEspaña, la Feria del libro... Fue en la Feria donde supe de ocho y medio. La primera vez que fui a la Feria me paré en cada uno de sus estands. Aquello parecía el milagro del pan y los peces pero con libros. Libros y más libros. Aunque, a decir verdad, pocas sorpresas (si descontamos el respingo que di cuando vi a Blas Piñar detrás de un mostrador dispuesto a firmar no se qué panfleto). Hasta que llegué a un estand repleto de libros de cine, muchos en inglés. Librería ocho y medio. ¿Existe una librería especializada en libros de cine? Sí. ¿Dónde se encuentra? Aquí en Madrid, en la calle Martín de los Heros.
Tuve que buscar en el plano dónde estaba Martín de los Heros (Sí señores, hace diez años yo me movía por Madrid con un plano callejero, la prehistoria tecnológica). Quién me hubiera dicho que no iba a olvidar el nombre de esa calle. Yo, que tengo una fastidiosa facilidad para olvidar nombres. Fueron tantas visitas, tantos paseos. Primero solo, luego con Sonia. No sólo la librería: los cines, la plaza de España...
He leído todo lo que se ha publicado sobre Jesús Robles a raíz de su muerte. Así me he enterado, por ejemplo, de que hacía años que ya no tenían estand en la Feria del libro: ¿Debemos los libreros y editores acercarnos al encuentro de los lectores (queda fatal decir clientes, el mundo del libro esta lleno de eufemismos)? ¿No sería mejor que en lugar de esta especie de peregrinación anual al Rocío ( a veces el calor del Retiro le convierte en polvorientos caminos), centráramos nuestros esfuerzos en que la gente descubriera nuestras librerías? ¿La librería de su barrio, de su ciudad? ¿No sería mejor que descubrieran la comodidad y el placer de pasar un rato, en un lugar climatizado, sin la megafonía anunciando firmas como un mantra, escogiendo un libro, sentándose a hojearlo, sin nadie te moleste? ¿Poder escoger en vez de una selección que tienes que hacer entrar en una caseta de 4x 2 metros, metros y metros de estantería, agradablemente clasificados, por temas, alfabéticamente, y en un número infinitamente mayor?
Me hubiera gustado felicitar a Jesús Robles porque no he conocido ninguna librería tan acogedora y en la que fuera tan agradable pasar un rato como la suya. Ninguna con tanto gusto para decorar el escaparate y el interior. Era un placer entrar aunque fuera sólo cinco minutos mientras hacías tiempo para que empezara la película en alguno de los cines de alrededor. Me habría gustado decirle que utilizamos una de las pegatinas con el logotipo de la librería para distinguir nuestra maleta. En definitiva, me habría gustado agradecerle el esfuerzo por sacar adelante un espacio que hacía la vida más agradable a los que pasábamos por allí.
---
Cada vez soy más consciente de que la comodidad del mundo en el que vivo se debe al trabajo de mucha gente. Alguna conocida, la mayoría no. A muchos les puedes dar las gracias, a otros tantos no. Antes pensaba que el agradecimiento al trabajo estaba en el salario. Si un médico me curaba, era su obligación. Para eso le pagan. Últimamente siento que debo agradecer tantas cosas y a tanta gente que no doy abasto. Por ejemplo a la segunda persona por la derecha de la siguiente foto:
Ese señor, cuyo nombre desconozco (y que me temo no aparecerá en la prensa cuando fallezca), es el responsable del Festival de Jazz de San Javier. Desde hace seis veranos, lo veo coger el micrófono y anunciar los conciertos de la noche. Recuerdo sus palabras en al primer concierto de la edición del año pasado: Buenas noches, queridos amigos, bienvenidos un año más al Festival Internacional de Jazz de San Javier. Este año, a pesar de la que está cayendo, a pesar de los temores sobre el futuro del festival, hemos reunido un gran cartel... La crisis se está llevando muchas cosas por delante pero no el Festival de Jazz de San Javier.
Tras la presentación el hombre sale discretamente del backstage y se sienta junto a su familia para disfrutar del concierto. El miércoles estaba entusiasmado con John Pizzarelli. Esta persona disfruta con la música que nos ofrece. Está claro que es el alma mater del festival, el apasionado del jazz que un día fue capaz de liar a unos y a otros para montar un festival de altísima calidad en una pequeña localidad murciana. Gracias a él hemos escuchado en directo a Keb Mo, John Hiatt, Dana Fuchs, Luis Salinas, Wynton Marsalis (dos veces), Madeleine Peyroux, Marcus Miller, Ann Hampton Callaway y Asleep at the Wheel entre otros. Poco a poco se va educando el oido y, aparte de los buenos ratos que pasamos en los conciertos, voy ampliando mis horizontes musicales. Todo ello a un precio de risa. La entrada para el doble concierto de este miércoles (Jon Batiste y John Pizzarelli) costaba quince euros.
---
Pero si hay alguien a quien debo eterno agradecimiento por horas y horas de disfrute, desde hace más de diez años, y especialmente en una época en la que atravesé alguna dificultad, es a la persona responsable de que la Filmoteca de Andalucía se estableciera en Córdoba (y no en Sevilla, como casi todos los organismos públicos dependientes de la Junta. O en Málaga o en Granada, donde caen más migajas que aquí, la única capital andaluza que nunca ha sido gobernada por el partido que ostenta el poder regional desde siempre). Recientemente la Filmoteca ha abierto salas de proyección en Granada, Almería y Sevilla. Pero en Córdoba llevamos veinte años de filmoteca y que nos quiten lo bailao.
Ciclos de cine coreano, polaco, alemán (ay, qué dolor de cabeza), mexicano, holandés, israelí, marroquí... Sam Peckinpah, Godard, Truffaut, Ford, Buñuel completo, Lubitch... El viaje de Shihiro, Together, Karakter, Nanuck, el esquimal, El buscavidas, América, América, el ciclo de películas mudas con música de piano en directo, The iron horse... Dogma 95, los viernes estreno, Michael Winterbottom, Amores perros, Senderos de gloria y muchas, muchas más. Todo en versión original, of course. Alguna semana hubo en la que fui a la filmoteca todos los días (de lunes a viernes, entonces no proyectaban películas los sábados). Solo casi siempre. Con Johanna alguna vez, con mi madre más veces y en los últimos años con Sonia (el ciclo de Sam Peckpinpah nos lo pimplamos los dos). El precio de la entrada no ha subido desde la primera vez que entré: 150 pesetas (ahora 90 céntimos de euro). El bono de diez entradas costaba mil pesetas (ahora seis euros). ¿A quién le agradezco todo eso?
Hoy publica Oliver Sacks un artículo en El País, Al cumplir los 80:
ResponderEliminarA los 41 años pensé que me moriría: tuve una mala caída y me rompí una pierna haciendo a solas montañismo. Me entablillé la pierna lo mejor que pude y empecé a descender la montaña torpemente, ayudándome solo de los brazos. En las largas horas que siguieron me asaltaron los recuerdos, tanto los buenos como los malos. La mayoría surgían de la gratitud: gratitud por lo que me habían dado otros, y también gratitud por haber sido capaz de devolver algo.
Estar en sintonía con Oliver Sacks no es moco de pavo. La experiencia del accidente en la montaña y su posterior convalecencia la contó en "Con una sola pierna", libro de lectura imprescindible, como todos los que he leido de Sacks.
http://elpais.com/elpais/2013/07/10/opinion/1373457617_864305.html