Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

martes, 7 de julio de 2015

Donde dije memoria digo proceso

En los dos últimos cursos he ostentado la jefatura del Departamento de Formación, Evaluación e Innovación Educativa de mi instituto. Y me han renovado por otros dos años. El departamento FEIE es un engendro (más) de nuestro sistema educativo. Algún visionario de Torre Triana (edificio que alberga la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía) tuvo la idea de que para mejorar la formación del profesorado, promover la innovación en los centros y evaluar el proceso educativo nada mejor que crear un Departamento ad hoc en cada instituto. ¿Y luego? Luego nada. Ya tenemos Departamento de Formación, Evaluación e Innovación Educativa. Un órgano con un título tan rimbombante y con tanta mayúscula es el mejor antídoto para resolver los problemas. Así funciona el pensamiento mágico de los inquilinos de Torre Triana: las palabras lo resuelven todo. ¿Que existe un problema? No hay que preocuparse, enseguida creamos una Comisión Para Resolver el Problema y asunto resuelto. Con un poco de suerte la gente se olvida del problema en tanto la Comisión Para Resolver El Problema emite informe tras informe a cada cual más abstruso y delirante.

¿Y qué ocurre si el problema persiste a pesar de todo? ¿si no se le puede dar la espalda? ¿si viene la OCDE con su informe PISA y nos saca los colores año tras año? El habitante de Torre Triana lo tiene claro:

  1. La culpa es del PP y sus leyes retrógradas. Da igual que la realidad se empeñe en recordar que desde 1990 las leyes orgánicas de educación que se han implantado han sido promulgadas por el PSOE, ni que ese mismo partido gobierna en la comunidad andaluza desde las primeras elecciones autonómicas. Las palabras son más importantes que los hechos. Repitamos el mantra: la culpa es del PP, sus leyes y sus recortes.
  2. La herencia franquista. Hombre, no estamos tan mal si consideramos el nivel de analfabetismo de hace xx años (cada vez más años. Digo yo que esta excusa está a punto de caducar. Delitos más graves prescriben antes).
  3. Pero no hay que preocuparse, se va a proceder con urgencia a crear un Comité de Estudio y Resolución de la Problemática Actual.
Alto, ¿no existía ya una Comisión Para Resolver el Problema? Calle, calle. ¿Cómo va a comparar una Comisión con un Comité? Además, ahora se incluye el Estudio y ahí está la clave porque bla, bla, bla. Por no mencionar que el concepto de Problemática Actual va más allá que el simplista Problema...

Patada hacia delante y todo palabras. Peor aún, palabrería. Basura lingüística.

Esta diatriba se debe a que, como jefe del departamento FEIE, me he tenido que leer la nueva Guía Orientativa del Proceso de Autoevaluación y Mejora de Centros Educativos publicada por la Inspección Educativa de Andalucía. Quien tenga curiosidad por conocer más de cerca el tipo de documento con el que nuestras autoridades educativas intentan orientarnos puede clicar en el enlace. Para quien no tenga tiempo dejo aquí alguna muestra:

Los centros contextualizan y aplican la legislación educativa, y ello les lleva, en virtud de su autonomía, a adoptar una determinada fórmula organizativa y de funcionamiento y a desarrollar unas determinadas prácticas docentes en el aula. Dicha autonomía debe estar puesta al servicio precisamente del mantenimiento de aquellos elementos que se ha considerado que tienen una incidencia positiva en los resultados académicos de todo el alumnado y en la mejora de aquellos en los que se han detectado dificultades, mediante la aplicación medidas para solventarlas. Para ello se requiere de un proceso de autoevaluación, tal y como se menciona en la LEA. Un proceso que se integre de una manera habitual en la cultura de centro, para convertirse en el elemento clave de mejora de la calidad de la educación como parte imprescindible del uso “real” de la autonomía.
La autoevaluación, por tanto, debe ser la herramienta más potente para detectar las buenas prácticas y producir e institucionalizar mejoras en la organización y procesos de enseñanza y aprendizaje que se desarrollan en los centros educativos. Junto al necesario contraste de datos e información procedente de pruebas externas, indicadores homologados o del propio Servicio de Inspección, la autoevaluación parte de las dinámicas internas de los propios centros desde una concepción de la profesión docente como un continuo preguntarse qué hacer para que los alumnos/as aprendan más y mejor. De esta manera, el centro, y las personas que lo integran, se convierte en una organización inteligente, capaz de dar respuesta desde su autonomía a los retos que su alumnado y el contexto en el que vive le plantea. En este sentido, la Administración Educativa de la Junta de Andalucía apuesta por generar en los centros y en el profesorado las condiciones para que sean ellos mismos los verdaderos protagonistas de la mejora de la calidad del sistema educativo andaluz.
Atención porque la nueva panacea es el concepto de proceso. La autoevaluación o es proceso o no es nada. Este párrafo lo explica muy clarito:
Si se quiere llevar la mejora al corazón de la institución escolar, permitiendo que los docentes interioricen y asuman como útil tanto la autoevaluación como las medidas que se adopten consecuencia de esta, es necesario conferir un significado más amplio y profundo a dicha mejora, entendiendo la autoevaluación como un proceso que trasciende los resultados en las pruebas escolares y las mediciones periódicas, y que va más allá de los meros datos. En el planteamiento de ese propio proceso habría que huir de las aproximaciones tipo receta que transforma la autoevaluación en algo pesado y tedioso para los docentes, cuya función consiste en llenar formularios y marcar respuestas predeterminadas. La auténtica autoevaluación va más allá de simples procesos estereotipados o estandarizados. Es necesario orientarla hacia el establecimiento de mecanismos y estrategias que propicien un proceso permanente de reflexión, implícito en la forma en que las personas piensan y hablan acerca de su trabajo y lo que hacen para que sus prácticas sean explícitas y estén abiertas a la discusión. El profesorado debe entender que la autoevaluación consiste en expresar y sistematizar lo que realiza diariamente de manera espontánea, como un aspecto básico de su profesionalidad, y evitar convertirla en un simple formalismo burocrático. En este sentido, todo el proceso debe estar impregnado de un carácter formativo para el docente, en el que el objetivo de mejora se centra en qué hacer para que todos los alumnos/as aprendan mejor. 
Habitualmente este tipo de lectura me irrita y me pone de mal humor. Pero ayer no. Será que estoy de vacaciones (aunque hoy fui al instituto para continuar el proceso) o será que estaba escuchando a Bob Dylan. Lo cierto es que se apropió de mí el espíritu de Groucho Marx y se me saltaron las lágrimas de la risa (literal) con el siguiente párrafo (la negrita es mía):
La propia naturaleza del concepto de proceso entra en clara contradicción con una reducción de la secuencia temporal a la obtención de información y grabación en el Sistema de Información Séneca de la memoria en un momento determinado del curso, fundamentalmente las dos últimas semanas. Por ello, en aras de profundizar y potenciar la autoevaluación en su carácter procesual, se hace necesario desde la Inspección Educativa replantear el tratamiento que tiene en el Sistema de Información Séneca. Consecuencia de ello, entre otras cuestiones, se ha cambiado el nombre del propio módulo en el menú de entrada pasando a denominarse “Proceso de autoevaluación y mejora”.
Reto a cualquiera a que intente leer la primera frase en voz alta sin ahogarse. Lo de menos es que entienda algo (nadie lo entiende. Nadie lo puede entender. Ahí está la gracia). Pero el toque genial que retrata el modus operandi de Torre Triana viene a continuación. Como consecuencia de ello, entre otras cuestiones, se ha cambiado el nombre del módulo. Di que sí. Pensamiento mágico en estado puro. El problema era el nombre. Y el proceso es la solución.

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4 comentarios:

  1. Este Señor de la Torre Triana debe ser descendiente en línea directa de aquel Caballero Inexistente que retrató Calvino. No le queda a uno sino paciencia y barajar.
    Un saludo desde México.

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    1. Gracias Elena. Leí tu comentario justo antes de salir de viaje. Quería llevarme un libro más y no me decidía por ninguno. Me gusta Calvino y hace mucho que no leo nada de él. No tengo el Caballlero Inexistente (lo buscaré) así que le toca el turno a El Barón Rampante.
      Un saludo.

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  2. Tal que así es la realidad. Magnífico texto, ejemplo aclaratorio sobre aquellos que habitan en torres babelianas (o trianeras).

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