Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

lunes, 13 de octubre de 2014

El mejor "no puente"

Hoy se cumplen diez años. El 12 de octubre de 2004 cayó en martes. El lunes 11, en contra de lo que marca la tradición, fue día lectivo en el IES Profesor Domínguez Ortiz, un instituto plagado de profesores interinos procedentes de todos los puntos cardinales. Veníamos de Valencia, de Ciudad Real, de Albacete, de Murcia, de Jaén, de Cantabria, de Salamanca, de Madrid, del alto Tajo, de Córdoba... El "no puente" fastidió una de las pocas oportunidades de regresar a casa que se presentaban durante el curso a los que vivíamos más lejos. Pero incluso los que tenían a sus familiares y amigos más cerca no sabían qué hacer con ese imprevisto martes festivo. Tampoco a ellos les merecía la pena el viaje para un día.

No sé de dónde surgió la iniciativa. Supongo que fue idea de Juan lo de quedar para pasar el día en Alcalá de Henares aprovechando que las calles estaban ocupadas por un mercado medieval (en estos diez años los mercados medievales han proliferado como setas en otoño. Sin ir más lejos, este verano nos topamos con uno en Ferrol, pero en aquel momento era toda una novedad, hasta el punto de que yo pensé que era una tradición alcalaína). Aquella mañana nos juntamos un grupo considerable de compañeros. El éxito de la convocatoria se debió a lo cansino que puede ser Juan a la hora de promover actividades lúdico-festivas y a que no teníamos nada mejor que hacer. Rondábamos la treintena (año arriba, año abajo) y no teníamos más obligaciones que las laborales. Vivíamos solos, de alquiler, sin raíces pero con mucha ilusión. Estábamos encantados de estar allí, en aquel trabajo, en aquel pueblo dormitorio de Madrid con estación de cercanías, junto a la A-2, en pleno corredor del Henares.

Hizo un día soleado y agradable. Visitamos la Universidad de Alcalá con su impresionante fachada, el claustro, el salón donde entregan el premio Cervantes o la capilla donde está la tumba del cardenal Cisneros. Luego tomamos unas cervezas en El Indalo con sus correspondientes tapas y paseamos por la ciudad. Alcalá de Henares es una de las ciudades más acogedoras que conozco para dar un paseo. Aunque es posible que mi juicio sea parcial. He disfrutado tanto paseando por sus calles.


Esto pudiera parecer una entrada nostálgica y no lo es. Es cierto que echo de menos a los amigos que conocí aquel día de hace diez años y a los que no veo desde hace mucho. El whatsapp es una consolación muy menor. También echo de menos los paseos por Alcalá y por Madrid. Siempre recuerdo el cielo de Madrid (que para mí es el cielo de Azuqueca) cuando la calina blanquea y difumina el horizonte en el valle del Guadalquivir. Soy consciente de que es muy difícil que se vuelva a repetir un curso como aquel, en el que el trabajo formaba parte de la diversión. Cada día acudía al instituto como quien acude a un club social que ofrece una seguridad y una sorpresa. La seguridad de que me iba a encontrar con cualquiera de ese grupo maravilloso que se formó (Antonio, Lourdes, Eugenia, Lorenzo, Ángel, Juan, Sonia, Mª Ángeles, Fernando, Eva...) y pasar un buen rato en la sala de profesores o en la cafetería (es el único instituto en el que he frecuentado la cafetería de todos los que he trabajado). La sorpresa del plan que se podía gestar a lo largo del día: ir al cine, de excursión, a Guadalajara...

Todo lo anterior es cierto, pero la verdadera razón de esta entrada es que hoy se cumplen diez años del primer recuerdo que conservo de Sonia. En ese primer paseo por las calles de Alcalá hubo un momento en que nos emparejamos, ya de regreso a la estación. Lo que me dijo en aquella conversación callejera se me quedó grabado. El aniversario de este recuerdo imposibilita cualquier tipo de nostalgia. Sí, fueron muy buenos tiempos. Pero estos son todavía mejores. Con Sonia, con Héctor, con Pedro, con mi familia en un sentido más amplio. Cada día sigue ofreciendo una seguridad y una sorpresa. La sorpresa de hoy ha sido que hemos montado a Pedro en los columpios por primera vez. Estaba radiante de contento. Héctor empujaba el columpio imbuido en su papel de hermano mayor. Ha sido un momento mágico. Otro 12 de octubre inolvidable.

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