Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

domingo, 22 de septiembre de 2013

Apaga y vámonos

1.- EL RETO

Este año tengo siete horas lectivas a la semana con un curso de 2º PCPI. Son las siglas del llamado Programa de Cualificación Profesional Inicial, anteriormente conocido como Programa de Garantía Social. Este programa se creó para ofrecer algún tipo de salida a los chavales que no quieren estudiar. Se pretende que al menos adquieran unas herramientas básicas para poder integrarse provechosamente en la sociedad (de ahí el nombre original). El PCPI consta de dos cursos. En el primero se adquieren competencias profesionales muy básicas en campos como la jardinería, la albañilería, etc. En el fondo se trata de tener entretenidos a los chavales (en la calle están peor) y confiar en que alguno aprenda algo y le sea de utilidad. Al finalizar el curso le dan un certificado.
Los que aprueben pueden matricularse en un segundo curso. Aquí ya no hay competencia profesional alguna. En el segundo curso lo que se enseña es matemáticas, biología, lengua, inglés, física y química, sociales, tecnología... a un nivel muy básico (entre 1º y 2º de la ESO). El título de PCPI es equivalente al de graduado en ESO.
Como podéis imaginar los alumnos de PCPI no son fáciles. Es más, con frecuencia son delincuentes o predelincuentes. El año pasado teníamos a dos internos en un centro de menores por delitos graves.

Pues bien, este año tengo siete horas con ellos. Les debo enseñar algo de Matemáticas, Biología y Geología. Lo peor es que de las siete horas, dos son los viernes a última. Es decir, las peores horas de la semana (los viernes después del recreo cuesta una barbaridad dar clase: los alumnos están cansados y alterados. Sin olvidar que tú también arrastras el cansancio de toda la semana) con los almunos más difíciles.

2.- LA IDEA

El aula tiene un proyector fijado al techo. El instituto cuenta con diez carritos con diez ordenadores portátiles cada uno. Los carritos están repartidos entre las plantas de los dos edificios. En la planta donde se encuentra el PCPI hay un carrito. Lo reservo con suficiente antelación.
La idea es dedicar las dos horas de los viernes a que los alumnos realicen prezis sobre los contenidos de los temas científicos que estemos tratando: el universo, la atmósfera... Una vez más, con este tipo de chavales, el objetivo básico es mantenerlos entretenidos. Si de rebote aprenden algo, mejor que mejor.
El primer viernes lo dedicaríamos a aprender qué es un prezi (¿o una prezi? ¿a qué genero pertenece prezi?). Mi intención era que se registrasen en la página y que realizaran un prezi básico en el que se incluyera un vídeo, una imagen, un listado y un link. Este es el prezi que yo hice a modo de ejemplo y para aprender (es de verdad mi primer prezi):

3.- LA EJECUCIÓN

Los viernes tengo mi primera clase a las 11.45. Llegué al instituto con dos horas de antelación porque tenía mucho trabajo pendiente. Lo primero que hago es comprobar que el carrito de los ordenadores está correctamente reservado (es la primera vez que lo reservo y se hace mediante un programa on-line). Bien, está reservado. El problema es que de los diez supuestos ordenadores que contiene el carrito sólo hay cinco disponibles. ¿Y el resto? Seguro que hay una buena explicación, pero no me interesa. Lo que yo necesito es tener diez ordenadores (uno para cada dos alumnos) a las 12.45 en el aula del PCPI. Reservo un carrito de otra planta. Menos mal que hay ascensor. Entre los dos suman diez ordenadores (ni uno más).

Empieza la clase. Reparto los ordenadores. Segundo problema: no va internet. En el centro hay dos redes wifi: Andared, que es la red que la Consejería de Educación mantiene en todos los centros, a la que están conectados por defecto todos los portátiles, y que en esos momentos no funciona; y otra red de menor potencia que el centro ha contratado de modo particular y que, afortunadamente, llega con calidad al aula del PCPI. Los alumnos me piden la clave de esta red. No se la puedo dar (luego la utilizan para conectarse con sus móviles y colapsan la atribución de líneas). Así que voy mesa por mesa conectando cada ordenador a internet.

Ya estamos todos conectados. Se registran en prezi.com... y a la mitad les solicitan una actualización del Adobe Flash Player para poder visualizar la página y trabajar con prezi. No podemos actualizar porque no estamos autorizados a modificar los equipos. A esas alturas ya me sale humo de la cabeza. Parece que los alumnos que no tienen problemas para visualizar la aplicación están utilizando el sistema operativo A (al encender el ordenador puedes elegir entre dos sistemas) y el navegador B. Venga, todos los que tengan problemas a reiniciar y a entrar primero en A y luego en B.

Mientras tanto intento encender el proyector para conectarlo a mi ordenador y de este modo explicar más fácilmente el proceso para crear un prezi. ¿Pero dónde está el mando a distancia? No está. Me tengo que subir a una mesa y encenderlo manualmente. Vale. Ahora enchufo el cable de salida al puerto de mi portatil y.... agua. El proyector no detecta ninguna entrada de vídeo. Aaaahh. En ese momento maldigo la hora en que se me ocurrió meterme en berengenales lúdico-didácticos. Los alumnos cada vez están más impacientes y revoltosos, falta más de una hora para terminar la clase y no tengo plan B.

Recojo los ordenadores y sobrepasamos la interminable hora fingiendo que resolvemos problemas de aritmética. Toca el timbre y me voy a casa agotado, frustrado y cabreado. Me tienta la idea de no volver a coger un ordenador en todo el año, de no resolver ningún problema matemático tampoco. Dedicar el tiempo a dictar apuntes, realizar ejercicios de matemáticas mecánicos y poner exámenes cada dos por tres. Vamos, en convertirme en un maestro de los sesenta.

Pero como soy un iluso y ya han pasado dos días, ahora pienso que bueno, que no hay que tomárselo a la tremenda, que seguro que los problemas técnicos tienen fácil solución y este viernes nos va a salir una buena clase. A veces autoengañarse es la única manera de acudir al trabajo con ánimo.

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lunes, 9 de septiembre de 2013

El reparto (I)

Cada año, antes de comenzar el curso, hay que proceder al reparto de grupos entre los miembros del  departamento. Quién va a dar el nocturno, quién el bachillerato científico, quién el de sociales, quién el PCPI... y así hasta completar todos los niveles y todos los grupos. En cierto sentido es uno de los momentos más importantes del año ya que dependiendo de los grupos que te toquen vas a trabajar más a o menos a gusto durante los próximos nueve meses. Tal vez por eso hay profesores que acuden al reparto con el cuchillo entre los dientes y no es infrecuente los casos de peleas, disgustos y llantos (literales) tras las la reunión de marras.

Hasta hace bien poco se resolvía el asunto tirando de jerarquía. Durante lustros las autoridades educativas ofertaban muchas menos plazas de profesores de las necesarias. Un ejemplo: la Junta de Andalucía no ofertó NINGUNA plaza de profesor de la especialidad Biología y Geología desde el año 2000 hasta el 2008. Estó originó que se fuera creando una bolsa cada vez mayor de profesores interinos lo que suponía una doble ventaja para las autoridades educativas: primero; los interinos no tenían plaza por lo que estaban sujetos a movilidad geográfica; y segundo, salían más baratos que un funcionario de carrera ya que hasta el año 2007, tras una sentencia judicial que obligó a pagar trienios a los interinos, no se les reconocía los complementos por antigüedad. Un interino con 18 años de experiencia podía cobrar 500 euros menos al mes que un funcionario de carrera con los mismos años de servicio. Sí, han leído bien. Menudo dineral que se ahorraba la Junta en salarios por el simple procedimiento de no convocar las plazas necesarias. ¡Y en ese tiempo no se hablaba de recortes en Educación!

A efectos del reparto, los interinos eran una bendición para el sistema de castas establecido en los departamentos. La casta superior la formaban una especie en extinción: los catedráticos de instituto (ese sería el tema de otra entrada). Le seguirían los funcionarios de carrera con destino en el centro. En tercer lugar vendrían los funcionarios de carrera sin destino en el centro (desplazados o "en expectativa de obtener plaza"). Y por último los parias del departamento: los interinos. Cuantos más interinos en el departamento mejor vivían los funcionarios de carrera. Como suele ocurrir en los sistemas de castas, los que se encuentran en el escalafón inferior realizan los trabajos más ingratos (se les asignaban los grupos menos apetecibles) y reciben menos salario. El abuso de la casta dominante llegó a un punto en el que la Junta se vio obligada a legislar el reparto de los grupos, estableciendo el sistema que entre los profesores se conoce con el nombre de la rueda. La Orden 9-9-1997 indicaba lo siguiente:
1. Cada Departamento celebrará en la primera quincena del mes de septiembre una reunión para distribuir entre el profesorado las áreas, materias, módulos profesionales, ámbitos, cursos y grupos que lo componen, procurando el acuerdo de todos sus miembros y respetando en todo caso los criterios pedagógicos fijados por el Claustro de Profesores.
2. En caso de no existir acuerdo entre los componentes del Departamento en la distribución de cursos, grupos, áreas, materias, módulos profesionales y ámbitos, los profesores y profesoras que estén en ese momento en el Centro elegirán según el orden y procedimiento que se establece a continuación.
3. El orden de elección será el siguiente: a) Profesorado de Enseñanza Secundaria con la condición de catedrático con destino definitivo en el Centro. b) Profesorado de Enseñanza Secundaria, profesores técnicos de Formación Profesional, profesores integrados en el cuerpo a extinguir de ITEM y maestros, con destino definitivo en el Centro. c) Otros profesores.
4. Dentro de cada apartado a), b) y c) anteriores, la prioridad en la elección vendrá determinada por la antigüedad en el cuerpo al que pertenece el profesorado, y de existir empate por la antigüedad en el Centro.
5. El procedimiento a seguir será el que se describe a continuación: El profesor o profesora a quien corresponda de acuerdo con el orden anteriormente establecido, elegirá un grupo de alumnos del área, materia, módulo profesional, ámbito, turno y curso que desee impartir preferentemente. A continuación lo hará el profesor o profesora siguiente, y así sucesivamente hasta completar una primera ronda entre el profesorado del Departamento presente en este acto. Finalizada la primera ronda, se procederá a realizar otras sucesivas hasta que todos los profesores y profesoras completen su horario lectivo o se hayan asignado todas las áreas, materias, módulos profesionales, ámbitos, grupos y cursos que correspondan.
Hay que reconocerle al legislador la buena voluntad con la que intenta pacificar el ambiente e introducir algo de sensatez y sobre todo de equidad en el reparto. Pero es muy difícil, si no imposible, conseguir con una simple Orden de la Consejería que la gente se comporte con sensatez y compañerismo. Además, la rueda es inviable. Me explico. Cada profesor debe impartir 20 horas lectivas a la semana (hasta hace dos años eran 18). Algunos profesores cuentan con reducción horaria por diferentes motivos (2 horas para los mayores de 55 años, 3 horas para los jefes de departamento, x horas para los coordinadores de proyectos, x horas para los representantes sindicales, x horas para los que ocupan puesto directivo...). En el reparto todos debemos cuadrar nuestras horas hasta sumar un total de veinte incluyendo reducciones quien las tenga. Y es imposible cuadrar si se aplica una rueda tal y como establece la Orden 9-9-1997. ¡Imposible!
Veamos un ejemplo. Este año dispongo de tres horas de reducción por jefatura de departamento. Es decir, me quedan 17 horas lectivas disponibles hasta completar mi horario. La inmensa mayoría de materias que imparte el departamento de Matemáticas constan de cuatro horas semanales. Pues bien, yo no puedo completar mi horario únicamente con estas materias (que es lo que me gustaría y lo que elegiría en una hipotética rueda) porque 17 no es múltiplo de 4. Y en una situación parecida se encuentran los demás miembros del departamento.


En definitiva, que la Orden 9-9-1997, a pesar de sus buenas intenciones, no solucionó los problemas del reparto sino que incluso los agravó. Es lo que sucede cuando la ley pide un imposible. Los grupos se seguían repartiendo a la antigua usanza pero con la diferencia de que ahora los agraviados no se conformaban tan fácilmente. Exigían la rueda, amenazaban con denuncias por incumplir la ley... juraban odio eterno al compañero. En vista del lío que se había montado con la rueda, la Junta decidió cortar por lo sano. En una nueva Orden (20-8-2010) estableció lo siguiente:
Los departamentos de coordinación didáctica propondrán a la dirección del instituto la distribución entre el profesorado de las materias, módulos, ámbitos, cursos, grupos y, en su caso, turnos que tengan encomendados, de acuerdo con el horario, la asignación de tutorías y las directrices establecidas por el equipo directivo, atendiendo a criterios pedagógicos y respetando, en todo caso, la atribución de docencia que corresponde a cada una de las especialidades del profesorado de conformidad con la normativa vigente. En la elaboración de la propuesta se procurará el acuerdo de todo el profesorado del departamento. En el caso de que el departamento no elabore la correspondiente propuesta, corresponderá a la dirección del instituto la asignación de las enseñanzas, oída la persona titular de la jefatura del departamento.
El legislador, harto de líos, vino a decir: señores, pónganse de acuerdo como las personas adultas y sensatas que se supone que son (al fin y al cabo en sus manos está la formación de nuestros jóvenes). Y si no son capaces de llegar a un acuerdo, si insisten en comportarse como niños chicos incapaces de no pelearse y que necesitan a un adulto que imponga la solución, entonces aguantense con lo que decida el director. En esa estamos. El próximo día contaré mi experiencia en los repartos (muy buena) y la solución que yo daría a este conflicto.

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jueves, 5 de septiembre de 2013

Al otro lado

Después de diez años reuniéndome con los padres de los alumnos de mi tutoría al comienzo de cada curso, ahora se me hace extraño ser el padre que acude a la reunión convocada por la maestra de su hijo. Es como estar al otro lado del espejo. Observando a la maestra reconozco el nerviosismo de los momentos previos, cuando da la hora de comienzo y pides cinco minutos de cortersía para los padres rezagados. Esos minutos son incomodísimos, los padres ya sentados, observándote, y tú aparentando revisar el guión que tienes preparado, saliendo al pasillo una o dos veces a la espera de algún asistente más.

Aprovecho esos instantes para observar de reojo al resto de madres y padres, imaginando cómo serán sus hijos, los niños con los que Héctor va a crecer los próximos nueve años si no sucede nada imprevisto. La maestra rompe el hielo pasando lista en voz alta (yo lo que hago es pasar una hoja para que los asistentes apunten su nombre, el de sus hijos y algún otro dato de interés). Como era de esperar parece más tranquila según avanza en sus explicaciones.

Siempre he creído que los padres acuden a estas reuniones por dos motivos: para informarse (de las normas de funcionamieto del centro, de la programación que van a seguir sus hijos, etc.) y para darse a conocer al tutor. Sí, así de equivocado estaba. He tenido que pasar al otro lado para caer en la obviedad de que los padres no vienen a que yo los conozca sino a conocerme a mí, a examinar qué tipo de persona va a velar por sus hijos mientras estén en el instituto.

La maestra de Héctor ha superado con éxito el examen. Este curso, por primera vez desde que empecé a trabajar en la enseñanza, no voy a ser tutor.


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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Vuelta al cole

Una de las ventajas de esta profesión es que la reincorporación tras las vacaciones es paulatina. Los dos primeros días los dedicas básicamente a saludar a los compañeros mientras vigilas a los alumnos que se examinan de la prueba extraordinaria. Las pieles morenas, los besos, los apretones de mano,  las sonrisas y las conversaciones amistosas contrastan con las caras de cansancio y las prisas con las que nos despedimos en junio. Es un hecho científico: las vacaciones son buenas para la salud. Salta a la vista.

Ahora, después de las evaluaciones extraordinarias, todavía quedan unos días de transición hasta el verdadero comienzo del curso. Días para hacer cábalas y negociar con los compañeros de departamento los cursos que cada uno quiere impartir (casi más importante es saber lo que no quieres impartir). Días para tirar tanto papel acumulado en el curso anterior y dejar espacio para el que vamos a acumular en los próximos meses.

Días para preparar las clases y las fichas que vamos a utilizar en las primeras semanas de curso. Pero todavía no, que no sabemos qué grupos nos tocan. El viernes se incorporan dos nuevas profesoras de matemáticas. Ese día, cuando estemos todos, haremos el reparto. Mientras tanto tengo la impresión de que sigo de vacaciones (aunque ayer estuve en el instituto desde las 8.30 hasta las 13.00 y de 16.00 a 22.30. Pero la mayor parte de tiempo la dediqué a saludos y conversaciones gratas).