Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder
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sábado, 7 de octubre de 2017

Dándole al molino

Emocionado por la irrupción de mis antiguos coblogueros me animo a participar en el blogamm. Le tomo la palabra a Sap y redacto un comentario que, en el momento de ser enviado, se pierde en limbo del ciberespacio. Maldición. Lo he vuelto a enviar, con otra dirección de correo, y se ha quedado a la espera de moderación. Ya me ocurrió hace dos años, precisamente en el tiempo en que transcurre la anécdota que cuento hoy. Reproduzco aquí el comentario y añado un par de imágenes para ilustrarlo.

Muchas gracias, Maese Nicolás, por la difusión. Me has hecho rejuvenecer cinco o seis años resucitando a Eduardo Suomi.
:-)

Sap
Si tú me dices ven.... vengo e intento explicar mi punto de vista.
Yo también querría aprender catalán si me instalase en Cataluña. Quizás no en el minuto 5, ni en el minuto 10, ni en el 15 pero sí a medio plazo. Otra cosa es que, conociéndome, sepa que posiblemente nunca llegase a dominarlo. Porque no tengo facilidad para los idiomas y me da pereza estudiarlos. Es un defecto, lo sé. No me enorgullezco de él, sólo lo constato. He vivido largos períodos de tiempo en el extranjero comunicándome en inglés. Veo todas las series y películas en VO y utilizo este idioma en el trabajo (no para dar clase, aunque podría). Pues bien, a pesar de tanto tiempo de práctica intensiva, escribo y hablo peor que el ínclito JB Toshack cuando se atrevía con el castellano.  Envidio a las personas que aprenden idiomas como hobby. Estoy casado con una de ellas (y estuve casado con otra que también). 

Hace dos años, en octubre de 2015, participé en una jornada Euroscola en el Parlamento Europeo de Estrasburgo. Asistíamos los alumnos y profesores ganadores del concurso Euroscola en cada país de la UE. Los estudiantes hacían de eurodiputados, reuniéndose en comisiones, presentando conclusiones y votando resoluciones sobre varios asuntos. Para probar el sistema de votación se hizo una pregunta a los alumnos-diputados. Algo así como (hablo de memoria):
¿Es mejor instaurar un idioma oficial en la UE o es preferible mantener los 24 idiomas oficiales?
Una inmensa mayoría de estudiantes votó por mantener los 24 idiomas. Los profesores no teníamos voz ni voto en la sesión pero, si me hubieran dado la oportunidad, habría votado sin duda por un único idioma oficial.

Actualmente coordino un proyecto Erasmus+ con centros educativos de Finlandia, Italia, Croacia y Letonia. ¿En qué idioma nos comunicamos? En inglés, que no es la lengua materna de ninguno de los participantes. Debo de ser muy insensible pero no entiendo los argumentos de Diego Ariza y otros respecto a que un ciudadano debe ser atendido (por el médico) en su lengua materna. Yo creo que debe ser atendido en una lengua que entienda. Si el ciudadano entiende varias lenguas, pues en cualquiera de ellas puede ser atendido. Yo he ido al dentista (en Finlandia), me han atendido en inglés y lo único que he sentido es un gran alivio porque me quitaran el dolor de muelas.

Creo que se debe facilitar a (todos) los ciudadanos el ejercicio de sus derechos. En mi caso, que soy ciudadano español y europeo, entiendo que esta facilidad pasa por establecer un idioma que todos deban conocer. Está bien que me interese por el catalán si me establezco en Cataluña, y si al cabo de dos años me mudo a Donosti pues me interesaré por el euskera y más tarde por el gallego cuando recale en el pueblo de mi suegra. Pero lo que no creo que se deba exigir es aprenderlos. Me gustaría saber cuánta gente habla español, catalán, euskera, valenciano y balear (Ignoro si el valenciano y el balear difieren del catalán mucho/poco/nada. Lamento la ignorancia). Actualmente esos pocos ciudadanos, si es que existe alguno, son los únicos que se pueden mover por todo el territorio nacional y ejercer sus derechos sin merma.

En un futuro utópico yo querría lo mismo para Europa. Un idioma oficial. Me gustaría que fuese el inglés. Pero me daría igual cualquier otro. Uno. Que todos estemos obligados a aprenderlo. Que podamos comunicarnos estemos en Riga, Urbino, Estrasburgo, Murcia o Lisboa.

Termino que me enrollo. En aquella jornada de Euroscola, antes de ejercer como eurodiputados por un día, un par de alumnos de cada instituto subieron a la tribuna para presentar su centro escolar. Había servicio de traducción simultánea para quien lo necesitara. Los traductores estaban en sus puestos. Los profesores, sentados en la última fila, teníamos una visión global de todo el hemiciclo. Desde allí observé como, salvo los nuestros, ningún estudiante hacía uso de los auriculares. Todas las presentaciones fueron en inglés salvo dos. Una fue la del instituto británico, que tuvo la deferencia de hacer la presentación en francés (porque estábamos en Francia o por corresponder al esfuerzo de los demás alumnos por hablar en una lengua no materna). Fue el único momento en el que tuve que acudir a los traductores. Para la otra presentación que no fue en inglés no necesité traducción. En la tribuna estaban dos de mis alumnos. En realidad ex-alumnos. Habíamos ganado el concurso con un proyecto que hicimos en 2º de bachillerato del curso anterior. En esos momentos ya estaban en la universidad. No hubo manera de convencerlos de que hicieran la presentación en inglés. Lo intenté hasta la noche de antes. Entendí su decisión porque, tristemente, su nivel de inglés era pésimo y no se sentían nada seguros (leyendo el texto). Además, estaban en su derecho a hablar en español (para eso estaban los traductores). Pero los italianos también tenían derecho a hablar en italiano y no lo hicieron. Ni los finlandeses hablaron en finés o sueco. Ni... Los únicos que utilizaron su lengua materna para comunicarse fueron, aparte de nosotros, los irlandeses.
Sentí una vergüenza íntima cuando vi que el hemiciclo entero se ponía los auriculares para poder entender a los españoles. E insisto en que comprendí y respeté su decisión. Pobres víctimas de nuestro sistema educativo y del doblaje.

Pero lo que no entiendo, y por eso cuento esta anécdota, es a los que, conociendo un idioma común, se empeñan en utilizar otro que desconoce la mayoría o alguno de los receptores. Lo que a mí me gustaría, y sé que es una ingenuidad, es que los idiomas se "despolitizaran". Que simplemente se utilizara el sentido común, la cortesía y la eficiencia. Y por supuesto que, quienes disfrutan aprendiendo idiomas, que continúen disfrutando con su afición, una de las más nobles que puedo imaginar.

Después de este tocho seguro que ya no vuelves a pedir que participe.
;-)


viernes, 6 de octubre de 2017

1999, any zero

En los años 90 Barcelona era el no va más de la modernidad en la península Ibérica. Así lo creía yo, muy en sintonía con lo que escribe Ramón González Férriz en este artículo. Barcelona era más europea, menos caótica, más hospitalaria, menos agresiva, más abierta al mundo que ninguna otra gran capital (sobre todo que la capital). Madrid era sinónimo de atasco en la M30; Barcelona, de racionalidad urbana con su Ensanche y obras olímpicas. Entre Pasqual Maragall y Álvarez del Manzano no había color.


Sí, es verdad, estaba todo el asunto del nacionalismo catalán. Pero, desde mi óptica, se trataba de un un problema sobredimensionado y utilizado con meros fines electorales. Al fin y al cabo, el PP, que tanto criticó la política lingüística de la Generalitat, no tuvo reparo en implantar su propia inmersión lingüística en otras comunidades bajo su gobierno (Galicia y Valencia, por ejemplo). Y los mismos que saludaban desde el balcón a quienes gritaban Pujol, enano, habla castellano a las pocas semanas confesaban hablar catalán en círculos íntimos. Al único intelectual "de izquierdas" que recuerdo criticar los desmanes del nacionalismo catalán en aquellos años es Félix de Azúa (Savater, el pobre, ya tenía suficiente trabajo con el vasco, que llevaba de premio una banda de asesinos y secuestradores). Ya un poco más tarde empecé a leer a Arcadi Espada. Pero tanto a Azúa como a Espada e incluso al Savater articulista les puede con frecuencia su altivez. Escriben de maravilla y son elocuentes en sus razonamientos pero, a veces, dan la impresión de forzar los argumentos un poco más de la cuenta con el único objetivo de dejar en evidencia el (bajo) nivel intelectual de quienes opinan lo contrario. Se gustan demasiado y esto les resta un punto de credibilidad.

Mi creencia era que, como los tumores, había nacionalismos malignos y otros benignos y el catalán se encontraba en esta segunda categoría. Y, en todo caso, los nacionalistas vivían en la Cataluña rural, como se encargaban de repetir siempre los analistas políticos. Barcelona era, repito, pura modernidad, apertura y vanguardia cultural. Por eso, cuando Johanna y yo decidimos buscar nuestro futuro en España (descartando Finlandia, Reino Unido y alguna otra opción que barajamos), elegimos la capital catalana como el lugar ideal. Llegamos a la estación de Sants a finales de septiembre de 1999 tras viajar toda la noche en tren y un taxi nos llevó a la pensión que teníamos reservada por una semana. Pensamos que sería tiempo sufiente para encontrar un apartamento de alquiler. Éramos ingenuos y optimistas. También afortunados, porque antes de que finalizara tan breve plazo encontramos apartamento (Calle Rocafort 146) y Johanna empleo (gracias a la ayuda de mi primo Quico). Para mayor suerte, en una ciudad tan grande, el puesto de trabajo de Johanna estaba en la calle Numancia a menos de 15 minutos andando de nuestra nueva casa. Unos pocos minutos más, caminado en dirección contraria, y llegábamos a la plaza de Cataluña. La plaza de España estaba a la vuelta de la esquina. Es posible que me equivoque pero creo recordar que el precio del alquiler era de 54.000 pesetas mensuales (tal vez 64.000. No más, eso seguro). En aquella época, previa al boom inmobiliario y a Airbnb, era posible alquilar un apartamento céntrico y decente para los jóvenes que iniciábamos nuestra andadura.

Llegamos en septiembre de 1999 y nos marchamos en febrero de 2000. Recibimos el nuevo milenio en la plaza de Cataluña, rodeados de turistas extranjeros (la mayoría italianos), disfrutando de un espectáculo asombroso de la Fura dels Baus. No duramos mucho en Barcelona. No fue por culpa de la ciudad. Éramos nosotros. Pero en esos cuatro meses largos, en los que tuve tiempo de sobra para pasear y para mirar la ciudad con ojos golosos, vi cosas que nunca hubiera imaginado. Algunas las llegué a poner por escrito en un cuaderno que conservo. Esto es del jueves 14 de octubre de 1999:
Hemos aterrizado en la ciudad condal en plena recta final de la campaña electoral al parlamento autonómico [Fueron las últimas elecciones de Pujol y las primeras de Maragall. Ganó este último en votos pero obtuvo más escaños el primero]. Lamentablemente no he tenido tiempo de seguirla.(...)
A pesar de mi momentánea desconexión sobre lo que pasa en el mundo
[no teníamos televisión ni acceso a internet. Tampoco comprábamos la prensa], he sido testigo de un acontecimiento que merece figurar en la antología del disparate nacionalista. Sucedió en la festividad del Pilar, día de la hispanidad. Al partido de los verds se le ocurrió celebrar, junto al monumento a Colón, un acto de desagravio para con los pueblos suramericanos que fueron conquistados y sometidos al "yugo colonial español". Para ello invitaron a representantes de los colectivos de inmigrantes y otras asociaciones relacionadas con latinoamérica. La práctica totalidad de asistentes al acto eran hispanoparlantes y sólo unos pocos entendían el catalán. A ninguna persona de bien se le escapa que la escasa implantación de los idiomas precolombinos en la actualidad se debe al feroz imperialismo español. Por eso, al llegar la hora de los discursos, la candidata del partido declinó utilizar el "idioma de los opresores". Con ello evitó herir las susceptibilidades históricas de los presentes. Lo de menos es que los destinatarios de estos honores y miramientos no pudieran entender lo que sin duda fue un emocionante alegato contra la abyecta corona española y sus funestos fines. Otra vez será.
Me pregunto que habrán hecho, sentido, pensado esta semana los niños de la foto
 Muy cerca de nuestro apartamento, en la plaza Joan Miró, había una pequeña biblioteca muy agradable, rodeada de agua y con grandes ventanales que dejaban entrar la luz y la vista del parque. Cuando entré la primera vez me llevé una gran sorpresa al descubrir que muchos títulos estaban traducidos al catalán...... del español. Comprendo perfectamente que haya lectores que prefieran leer a Dickens, Pennac o Kapuscinski en catalán antes que en español. Al fin y al cabo se trata de traducciones necesarias por la dificultad (o directa incapacidad) de entender el inglés, el francés o el polaco. Puestos a traducir que se haga en el idioma que más me gusta. Vale. Bien.
Pero no me cabe en la cabeza que existan lectores que, siendo capaces de comunicarse perfectamente en castellano, prefieran leer una traducción al catalán de obras de Marías, Savater o Mendoza. A lo mejor es una tontería, pero para mí fue un jarro de agua fría en la idea cosmopolita y moderna que tenía de Barcelona. Me parece el colmo del aldeanismo.


De esto no me acordaba. Lo escribí el jueves 28 de octubre de 1999 (se ve que los jueves tenía más tiempo libre):
Esta mañana una compañera de trabajo ha recriminado a Johanna que no esté aprendiendo catalán. "No te vas a integrar si no lo aprendes. Es una pena, porque nosotros somos catalanoparlantes. Pero bueno, a ti te hablaré en castellano".
El olvido se debe a que no fui yo quien sufrió la descortesía. Pero recuerdo lo alterada que vino Johanna de la oficina. Trabajaba en una de las sedes centrales del Deutche Bank, en el departamento de contratos si no recuerdo mal. El banco alemán estaba domiciliado en Barcelona. Había al menos tres sedes con oficinas centrales: una en la calle Numancia, otra en Sant Cugat del Valles y otra en la Diagonal. En su trabajo Johanna no mantenía ningún tipo de contacto con clientes (que en todo caso serían todos los clientes españoles, puesto que, repito, trabajaba en la sede central del banco. No había otro departamento como el suyo en Madrid ni en ninguna otra ciudad española).
En la entrevista de trabajo, mantenida en español, no se hizo mención en ningún momento que hablar catalán fuese un requisito para obtener el puesto. Todos los documentos, todas las instrucciones, el único idioma de trabajo en esas oficinas era el castellano.
No sé cuántos idiomas hablaba la compañera maleducada y borde. Johanna, en esa época, dominaba perfectamente el finés, el sueco, el inglés y el español. Y no tengo duda de que, si nos hubiésemos quedado a vivir allí, también habría aprendido catalán. Le gustaban mucho los idiomas (aunque ahora recuerdo que el catalán no le hacía gracia porque decía que sonaba como el ruso. Muchos finlandeses, Johanna entre ellos, padecen rusofobia en mayor o menor grado). Yo lo hubiera tenido más complicado porque me da mucha pereza estudiar un idioma. Me pasó en Helsinki, donde apenas mejoraba mi finés porque en todas partes me comunicaba sin problemas en inglés. Y nadie me espetó nunca una frase de ese estilo. Nadie me recriminó nunca tener que utilizar el inglés para que yo pudiera entender y participar en la conversación.
Hace cinco meses regresé a Finlandia con motivo de un proyecto Erasmus+ del que soy coordinador. Estuve una semana realizando actividades en un instituto de una pequeña localidad a 20 km de Helsinki. Un mismo edificio, con algunas instalaciones comunes (comedor, hall, pistas deportivas...) y otras no (laboratorios, aulas, salas de reuniones) albergaba a los dos institutos del pueblo: el sueco-parlante (nuestro socio en el proyecto) y el finés-parlante. He ahí un ejemplo claro de bilingüismo respetando los derechos de todos los ciudadanos incluidas las minorías (en este caso los suecos). Las familias suecas tienen derecho a que sus hijos estudien en sueco y no por eso dejan de aprender finés (imposible, están inmersos en ella y la asignatura de finés tiene mucha carga horaria). Las familias finlandesas tienen derecho a que sus hijos estudien en finés y no por eso dejan de aprender sueco (mucha carga horaria). ¿Dónde está la segregación si además comparten instalaciones?
En Cataluña, se quiera o no reconocer, la política lingüística no está al servicio de los derechos ciudadanos sino de la "integración" social. El objetivo es conseguir que las familias hispanoparlantes alcancen la condición de ciudadanos catalanes mediante la asunción del credo nacionalista. Hay que estar muy ciego para no reconocer que hay catalanes de 1ª (o catalanes a secas) y catalanes de 2ª (estos realmente no son considerados catalanes. Son gente de paso). Aquello de todos somos iguales pero algunos somos más iguales que otros. Es lo que estaba implícito en la conversación que tanto alteró a Johanna. Verás, tú crees que somos iguales porque eres ciudadana de la UE, con permiso de residencia, hablas perfectamente una de las dos lenguas oficiales, tienes un buen trabajo... Pues no, estás equivocada. Para que seamos iguales, para alcanzar la ciudadanía plena debes hablar catalán (primer paso para pensar como un buen catalán).

Comedor y sala de usos múltiples que comparten el instituto finés-parlante y el  sueco-parlante de Sipoo/Sibbo
Durante mis paseos por Barcelona, aparte de carteles electorales, me encontraba con otros en los que se veía un convoy de carros de combate desfilando por la Diagonal con la siguiente leyenda en rojo:
1939 BARCELONA ANY ZERO    història gràfica de´l ocupació de la ciutat
Anunciaba una exposición en el Museu D´Història de la Ciutat con motivo del cuarenta aniversario de la entrada de las tropas franquistas en Barcelona. En 1999 todavía no estaba de moda la recuperación de la memoria histórica y nadie conocía al diputado Rodríguez Zapatero que pocos meses después sería nombrado secretario general del PSOE (con el apoyo del PSC). El museo de historia de Barcelona fue, pues, uno de los pioneros en la "recuperación" de la memoria histórica en su versión más perversa, la que podríamos llamar historia-ficción al servicio de una ideología. Yo tenía muy reciente la lectura de cuatro libros que abarcaban el meollo de la cuestión:
  • La república española y la guerra civil de Gabriel Jackson. Me encantó. Lo leí sufriendo por el desenlace de los acontecimientos aun sabiendo el final de antemano. Pensé mucho en mi abuelo. En mis abuelos. Me apenaba desconocer tanto de sus vidas.
  • Causas de la guerra de España de Manuel Azaña con prólogo de Gabriel Jackson. Son 11 artículos escritos en Collonges-sous-Saléve en 1939.
  • Franco de Paul Preston. También me gustó pero no fue una lectura agradable. Me obligué a leer un capítulo diario como quien toma una medicina necesaria.
  •  Los españoles en guerra de Manuel Azaña con prólogo de Antonio Machado. Contiene los cuatro discursos oficiales pronunciados por el presidente de la República durante la guerra civil. Se imprimió por primera vez en Barcelona en enero de 1939, bajo el cuidado de su autor. 
Podría añadir algún otro libro más a la lista (las memorias de Francisco Ayala, por ejemplo) pero no merece la pena. Sólo quiero recalcar que, sin ser ningún experto ni historiador, tampoco era un completo ignorante de lo acontecido en esa triste época histórica.


Nunca imaginé que una institución pública pudiera programar una exposición tan sectaria y manipuladora como la que me encontré en la Casa Padellás. En ningún lugar, pero menos aún en Barcelona. Por Dios, pero si hasta el mismo Gabriel Jackson había elegido esta ciudad para retirarse a vivir tras su jubilación. ¿Cómo es que ningún intelectual se había manifestado denunciando el timo?
Cualquier visitante que desconociera la historia de la guerra civil saldría de la exposición convencido de que la guerra consistió en una invasión del ejército dictatorial español para acabar con las instituciones democráticas catalanas. Todas las imágenes, todos los documentos (terroríficas las condenas a muerte) recreaban una única secuencia: reuniones pacíficas de asambleas y grupos políticos nacionalistas, noticias sobre la declaración de independencia, guerra (únicamente en territorio catalán) y posterior represión (ídem). Todas las víctimas eran demócratas catalanes. Los causantes de las matanzas: fascistas españoles.
Ninguna contextualización. No fue una guerra de españoles contra españoles sino de españoles contra catalanes. No existían matanzas fuera de Cataluña. Madrid no fue ocupada por ningún ejército vencedor. No hubo masacres en la carretera de Málaga a Almería, ni en Badajoz, ni...

Alguien podría argumentar, siendo muy naif, que el Museo de Historia de Barcelona se limitaba a exponer lo sucedido en la ciudad por tratarse de un mueso de historia local. Pero no es verdad. Primero porque la muestra exponía los acontecimientos sucedidos en toda Cataluña, no sólo en su capital. Y segundo, lo que es infinítamente peor, porque ocultaba todo lo relacionado con las instituciones republicanas españolas. Las brigadas internacionales no se despidieron con un desfile en Barcelona. Es conocido que las brigadas vinieron a auxiliar a la República Española, no a la Generalitat de Cataluña. Tampoco Barcelona fue la última sede del gobierno republicano español antes de partir al exilio. Entre otras razones porque en el Museo de Historia de Barcelona no hay señal de que existieran demócratas españoles (no catalanes, se entiende) ni que tuvieran que exiliarse al final de la guerra. El último discurso de don Manuel Azaña como presidente de la República Española no fue en el Ayuntamiento de Barcelona... Y así podríamos seguir con la lista. Vergonzoso. Escribí un comentario indignado en el libro de visitas y me marché con mal sabor de boca.


Lo que está sucediendo estos días me está dejando algo peor que un mal sabor de boca. Rabia, tristeza y preocupación en proporciones variables según el momento. Rabia por tener que presenciar actuaciones de una irresponsabilidad criminal por parte de quienes deberían preocuparse por el bienestar de los ciudadanos y lo único que persiguen es enfrentarlos. Tristeza por todo. Preocupación porque ya no hay solución buena (yo no la veo) y la deriva puede ser terrible (esperemos que no).

También tengo la sensación incómoda de haberme dejado engañar. De no haber querido ver lo que saltaba a la vista. Leo la prensa, veo las noticias y todo me recuerda a los meses que viví en Barcelona. El escalofriante artículo de Isabel Coixet publicado el martes tiene su correspondiente reflejo en otro que publicó Arcadi Espada en diciembre de 1999.

Es difícil poner una fecha en la que comienzan los movimientos sociales. Pero para mí 1999 es el any zero del procés.
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viernes, 28 de agosto de 2015

Entre todos la mataron

Es fácil, extremadamente fácil, encontrar culpables:

Sí, al escuchar el zumbido de nuestra colmena pedagógica, en cuanto nos desalentamos, nuestra pasión nos impulsa primero a buscar culpables. El sistema educativo parece, por otra parte, estructurado para que cada cual pueda designar cómodamente al suyo:
—Pero ¿en el parvulario no les han enseñado a comportarse? –pregunta el maestro de escuela ante unos chiquillos inquietos como bolas del «flipper».
—Pero ¿qué han hecho en primaria? –maldice el profesor de secundaria al recibir a sus alumnos, a quienes considera iletrados.
—¿Alguien puede decirme qué han aprendido hasta ahora? –exclama el profesor de instituto ante la propensión de sus alumnos a expresarse sin vocabulario.
—¿Realmente han ido al instituto? –se pregunta el profe de facultad al corregir sus primeros exámenes.
—¡Explíquenme qué coño hacen en la universidad! –berrea el industrial ante sus jóvenes empleados.
—La universidad forma exactamente lo que su sistema desea –responde un empleado, no tan tonto–: ¡esclavos incultos y clientes ciegos! Las grandes escuelas formatean a sus capataces, perdón, sus «ejecutivos», y sus accionistas hacen girar la manivela de los dividendos.
—Fracaso familiar –deplora el Ministerio de Educación Nacional.
—La escuela ya no es lo que era –lamenta la familia.
Y a ello se añaden los procesos internos de toda institución que se respete. La eterna disputa de los antiguos y los modernos, por ejemplo:
—¡Qué vergüenza esos «pedagogos estupidizantes»! –aúllan los «republicanos», martillo de la demagogia.
—¡Abajo los republicanos elitistas! –responden los pedagogos en nombre de la evolución democrática.
—¡Los sindicatos agarrotan la maquinaria! –acusan los funcionarios del ministerio.
—¡Permanecemos atentos! –responden los sindicatos.
—¡Semejante porcentaje de iletrados no se veía en mis tiempos! –deplora la vieja guardia.
—En sus tiempos, el colegio solo admitía a consejos de administración con pantalones cortos –se burla el guasón–, eran buenos tiempos, ¿no es cierto?
—¡Este mocoso es el vivo retrato de su madre! –fulmina el enojado padre.
—Si hubieras sido algo más severo con él, no estaríamos así –responde la madre ofendida.
—¿Cómo trabajar con semejante atmósfera familiar? –se lamenta el adolescente deprimido al oído del profesor comprensivo.
Hasta el propio zoquete que, tras haber practicado una metódica ferocidad para enviar a su profesor a tratarse en el hospital de una larga depresión nerviosa, es el primero que te cuenta santurronamente:
—Al señor Fulano le faltaba autoridad.

Yo encuentro más culpables: los medios de comunicación, un sistema laboral con horarios que impiden a los padres tener contacto con sus hijos... ¿Hay solución? ¿Esto tiene arreglo? Habría que poner a taaanta gente de acuerdo. Gente por lo demás encantada de estar en desacuerdo, convencida de que su simplista visión de la realidad es la correcta.

Seguimos hablando de este libro

La de bobadas que habrá soltado mi generación sobre los rituales considerados corno muestra de ciega sumisión, las notas envilecedoras, el dictado reaccionario, el cálculo mental embrutecedor, la memorización de los textos infantilizante, ese tipo de proclamas.
Sucede con la pedagogía como con todo lo demás: en cuanto dejamos de reflexionar sobre casos particulares (pero, en este campo, todos los casos son particulares), para regular nuestros actos, buscamos la sombra de la buena doctrina, la protección de la autoridad competente, la caución del decreto, el cheque en blanco ideológico. Luego nos plantamos sobre certezas que nada hace vacilar, ni tan siquiera el desmentido cotidiano de la realidad.

Mis convicciones sobre lo que está bien y lo que está mal en mi trabajo han evolucionado con los años. Aunque la evolución es paulatina podríamos distinguir tres etapas: lo que yo pensaba de la enseñanza antes de trabajar como profesor; lo que yo pensaba antes de trabajar en mi actual centro; y lo que pienso ahora. ¿Y qué pienso ahora? Uff. Hoy una cosa y mañana otra. Como dijo aquel, sólo sé que no sé nada. Lo que sirve para un grupo de alumnos no sirve para otro. Lo que sirve para Fulano no sirve para Setano. Una cosa tengo clara: la enseñanza se basa en las relaciones personales (del profesor con los alumnos, de los alumnos entre sí, de los profesores entre sí, de las familas con los alumnos, de las familias con los profesores, de...) y cada persona debe ser atendida y evaluada en su individualidad. Imagino que algo parecido le ocurre a los médicos con sus pacientes. Dos personas que tienen la misma enfermedad son dos enfermos distintos, cada uno con sus reacciones y necesidades personales. Requieren distintos tratamientos. Educar, enseñar, es un arte no una ciencia, aunque existan algunas técnicas pedagógicas cuyo conocimiento y puesta en práctica sea de utilidad. En cada caso hay que descubrir cuál es el mejor camino. Para eso hay que tener en cuenta también el carácter del profesor. Mi manera de enseñar va ligada a mi carácter personal. Profesores distintos enseñan de manera distinta, ni mejor ni peor, no puede ser de otra forma. Digamos que la tarea del profesor es descubrir cuál es la mejor manera, partiendo de su carácter y personalidad, de enseñar a este grupo de alumnos en particular. Cada relación profesor-alumnos tendrá matices distintos y producirá diferentes procesos de enseñanza-aprendizaje (mira que intento no utilizar la jerga pedagógica, pero a veces se cuela).
¿Mandar tareas es bueno o malo? Pues depende.
¿Enseñar operaciones combinadas de números enteros con paréntesis en primero de la ESO es adecuado o no? Pues depende.
Aunque al final, claro, tienes un objetivo ineludible a alcanzar: que los alumnos adquieran los conocimientos mínimos que les sirvan para continuar sus estudios con garantía de éxito.

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sábado, 1 de agosto de 2015

Una ruina de diez años

El miércoles fuimos Sonia, Héctor y yo al cine a ver Del revés, la última de Pixar. Cada vez que voy al cine (en 2015 sólo dos veces) me gana la melancolía. No puedo evitar pensar que estoy asistiendo a los estertores del mayor espectáculo del siglo XX. Y me apena la pérdida de uno de mis rituales más apreciados. No estoy hablando de ver películas sino de ir al cine, sentarse en la butaca, ver la película, rumiarla de camino a casa o comentarla tomando algo con la persona querida.

Han cerrado las salas a las que me gustaba ir en Córdoba (primero el Cine Santa Rosa, luego todos los demás), Alcalá de Henares (Cisneros), Málaga, Guadalajara, Cuenca e incluso Madrid (cines Luna, donde vi El bosque y Collateral, por ejemplo). Ir al cine dando un paseo es privilegio de los habitantes de las grandes capitales. En provincias hay que coger el coche para llegar a algún Centro Comercial y de Ocio situado en las afueras. Y no quieras ver la película en versión original. Snob, que eres un snob.

Si hay una ciudad capaz de reforzar las sensaciones de fin de época y degeneración urbana esa es Cartagena. Aquí, al peatón ni agua. Todo por y para los coches. Dado el paisaje desértico que la rodea, cualquiera diría que estamos en Nuevo México (USA) y no en Nueva Cartago, a la orilla del Mediterráneo. La semana pasada escribí un comentario en el blog Arquitectamos locos afirmando que Cartagena es la ciudad más inhóspita de cuantas he habitado. Y todavía no había ido al cine al Parque Comercial y de Ocio Mandarache.


El Parque ocupa una superficie de 54000 metros cuadrados, poco menos que una quinta parte del centro histórico de la ciudad. Se inauguró en septiembre de 2006 y costó 35 millones de euros. Nueve años después, todo ese terreno y todo ese dinero han fructificado en una oferta de servicios que se limita a un cine de doce salas y a un gimnasio. No es que el resto de locales estén cerrados. Es peor: están abandonados. Ahí están los carteles de la bolera, de la hamburguesería, del supermercado... con una decrepitud post-apocalíptica que hace pensar que cerraron las puertas hace décadas cuando lo cierto es que todavía no ha pasado una desde que se inauguraron.


Documentándome para esta entrada, me entero de que hace un mes se desplomaron varias vigas del centro comercial. ¿Qué opinaría Albert Speer sobre estas ruinas de una década? ¿Y qué opinan los ciudadanos de Cartagena y sus representantes en el Ayuntamiento sobre esta ciudad que están creando?

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domingo, 23 de noviembre de 2014

La piscina comunitaria

Vivimos en un residencial con piscina comunitaria. Nosotros la frecuentamos muy poco ya que pasamos gran parte del verano fuera de Córdoba y, cuando estamos en casa, solemos ir a bañarnos a otra piscina a la que acuden mis padres y mi hermana. Cuando bajamos lo hacemos a instancias de Héctor. "Papá, hay niños en la piscina", informa insistente con la cara pegada a la ventana del salón, desde donde tiene una vista privilegiada. "Sí papá, hay dos bebés en la piscina pequeña y tres niños y una niña en la piscina grande" detalla antes de rematar "papá, ¿vamos a la piscina?".

Son pocos los vecinos sin niños que bajan a la piscina comunitaria. Sólo recuerdo a dos, un vecino y una vecina que viven solos y que parece no molestarles en exceso el bullicio infantil. Tampoco hay adolescentes ni gente joven. Sólo hay hombres y mujeres de entre treinta y cuarenta años con sus críos pequeños. Las madres se sientan en sus butacas y forman un corro en el que se tiran horas y horas charlando y bromeando. No se bañan ni por recomendación. Así haga cuarenta grados. Los padres sí se zambullen de vez en cuando pero terminan integrándose en el corro de butacas. Nunca he visto a una madre o a un padre jugar con sus hijos. Los adultos en su corro y los chavales a corretear libres por el ridículo espacio de césped que rodea a la piscina.

Sonia y yo somos los raros. Saludamos y nos colocamos a una distancia lo suficiente como para no escuchar la conversación circular. En cualquier caso, da igual donde nos coloquemos porque apenas estamos en el césped el tiempo de quitarnos las camisetas, darnos una ducha y meternos en el agua. Y lo que es más raro todavía, pasamos todo el tiempo jugando con Héctor.

Eso era antes. Este verano hemos bajado sólo una o dos veces los cuatro. Habitualmente uno (Sonia) se quedaba en casa con Pedro y el otro (yo) bajaba para que Héctor se diera un baño. Nada más bajar, Héctor, se aproxima a los niños de su edad para jugar con ellos, pero más pronto que tarde viene a buscarme para que juegue con él. No me extraña porque los vecinos no juegan a nada. Son muy pequeños y no están acostumbrados a jugar solos. No tienen imaginación, o al menos eso es lo que me parece observándolos. Ni siquiera se comunican entre sí. Están juntos pero es como si cada niño estuviera solo.

Me alegra de que Héctor sea diferente y al mismo tiempo me inquieta. Yo estoy acostumbrado a ser raro pero no me gustaría que mi hijo fuera raro ni se sintiera así. Lo que me gustaría es que los demás niños fueran como Héctor. Insisto en que juegue con los vecinitos pero temo que un día me pregunte: "¿Y tú por qué no te sientas con los demás papás?". Porque me aburren. Prefiero mil veces estar solo antes que en el corro vecinal. Y prefiero jugar con Héctor antes que estar solo. Pues eso mismo. Al final jugamos los dos y nos lo pasamos pipa. A veces algún que otro niño se une a nuestro juego y me retiro a un discreto segundo plano. Salgo siempre de la piscina con la sensación de ser un perro verde pero con el alivio de pensar que Héctor todavía no nota ni le afecta esa diferencia.

Alguna vez he bajado solo a última hora de la tarde, cuando ya no queda nadie dentro del agua, para darme un baño relajante. Al final del verano, estaba haciendo el muerto cuando cayó una pelota a mi lado. Se acercó un niño de la edad de Héctor a pedírmela. Se la devolví y la tiró al agua otra vez.
- ¿Jugamos?
- No. Estoy descansando.
- ¿Por qué tu hijo siempre está jugando contigo?
- Porque le gusta.
Y adopté nuevamente la postura de muerto para dar por concluida la conversación.

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lunes, 7 de octubre de 2013

Así lo hacen

Una de las causas más irritantes del mal funcionamiento del sistema educativo español es la falta de voluntad política para diseñar un sistema sensato y estable. A nuestros dirigentes les encanta legislar sobre el tema. Ningún presidente de gobierno deja pasar la oportunidad de imponer su propia ley orgánica de educación. Subrayo el determinante porque, efectivamente, son sus leyes. No se redactan teniendo en cuenta las necesidades de los ciudadanos y la realidad social. No señor. Las leyes se promulgan para contentar al sector más ideologizado (¿idiotizado?) de cada bando. La realidad no cuenta. Sólo la propaganda y los eslóganes de ideología barata.

El otro día, queriendo confirmar esta noticia publicada por El Mundo, entré en la página del Congreso de los Diputados. En ella se pueden descargar y leer los diarios de sesiones de todas las comisiones, incluida la de Educación. Yo esperaba encontrar una discusión pragmática y práctica sobre las enmiendas presentadas a la futura nueva ley, un debate en el que se analizaran los pros y los contras de cada medida con datos y experiencias constatadas. Bueno, tal vez no esperaba tanto. Pero lo que seguro no esperaba era encontrarme con un concurso de monólogos a cual más alejado de la realidad sobre la que van a legislar. Para que os hagáis una idea copio el inicio de cada intervención (las negritas son mías):

El señor ÁLVAREZ SOSTRES (Grupo mixto): Señorías, sin más entro en materia porque el tiempo apremia. Esta es la primera sesión de la Comisión de Educación para debatir el texto de la Lomce, estamos en unos momentos transcendentales para la educación española y para nuestro país. Voy a tratar de exponer mis observaciones en forma de enmiendas al proyecto, más allá de que en fase de ponencia se me haya aceptado alguna. En el propio preámbulo de la norma que aquí nos trae en forma de exposición de motivos se incide en que el sistema escolar influye poderosamente en la transformación de la sociedad. Es cierto que la escuela no tiene exclusivamente esta función, porque en realidad es una tarea que tiene la sociedad civil con una vocación universalizadora. Hasta el punto que sin la sociedad civil no habría transformación educativa.
Tras las sucesivas normas educativas de los últimos treinta años y en medio de una profunda crisis económica y de valores, no podemos despreciar la ocasión que significa cambiar y apuntalar el marco normativo y, en su caso, revisar los soportes, la distribución de volúmenes y el propio decorado de algunas habitaciones del edificio escolar, que inevitablemente se deteriora con el transcurso del tiempo o luce de una forma que puede ser perfectamente revisable por los legisladores y gestores educativos. Nadie —y menos en nuestro país— puede desperdiciar el talento de los ciudadanos, en su caso el de los alumnos, porque significa la base del desarrollo económico y social del país. Por eso los objetivos contemplados en esta revisión de la legislación escolar deberían o bien ser cuestionados parcial o totalmente, pero con alternativas de manera explícita y concreta por las fuerzas políticas, o bien ser asumidos por las fuerzas políticas explícitamente. (¿Me lo explican? Menos mal que el tiempo apremia porque es difícil utilizar más palabras para decir menos.)
La señora PÉREZ FERNÁNDEZ (grupo mixto): Señorías, hemos presentado un grupo de enmiendas a este bloque que estamos debatiendo y las centramos fundamentalmente en las competencias autonómicas que, desde nuestro punto de vista —y según plantea la modificación de la ley que propone el Grupo Popular—, se disminuyen con respecto a lo que tenemos en la actualidad, lo cual, a nuestro juicio, para comunidades autónomas como Galicia, que en cuestiones del currículo y en lo que afecta a la lengua, representa que las competencias que se tienen actualmente se vean muy mermadas.
La señora SÁNCHEZ ROBLES (Grupo parlamentario vasco): Señorías, el debate a la totalidad del pasado 16 de julio, con 11 enmiendas a la devolución del proyecto de ley orgánica para la mejora de la calidad educativa, ha
puesto de manifiesto que este proyecto de ley supone un ataque a la igualdad de oportunidades y un retroceso en la equidad y en la calidad de la educación. Asimismo conlleva una clara transgresión de las competencias de las comunidades autónomas, llegando incluso en algunos casos a la alteración del sistema lingüístico educativo. Por otra parte, ha sido elaborado con la oposición manifiesta de la comunidad educativa. Varios grupos parlamentarios entendemos que determinadas leyes, entre otras las relativas al sistema educativo, necesitan de una amplia transversalidad de carácter ideológico. Precisamente esta virtud es la que les otorga perdurabilidad, cualidad absolutamente deseable en esta materia. (Al menos Sánchez Robles sabe expresarse, lo que parece ser una rareza entre nuestros representantes. Además, en el resto de su intervención defiende medidas concretas, no vaguedades mitineras).
El señor MARTÍNEZ GORRIARÁN: La verdad es que cuanto más profundizamos en este debate más desconcertante me resulta, tanto que hay momentos en los que me he perdido por completo y no sé exactamente qué es lo que estamos discutiendo y para qué. Esto no deja de ser paradójico en una ley tan importante como es la de educación, uno de cuyos objetivos tendría que ser la claridad. Nos encontramos con un proyecto de ley —ya lo comentado otras veces pero supongo que hay que volver a repetirlo— que es en realidad una corrección parcial de la LOE, que a su vez fue corrección parcial de la Logse. En nuestra opinión, esta ley, en vez simplificar y de ser más clara, más comprensible y, por tanto, más fácil de desarrollar reglamentariamente, parece un reglamento, que entra en cuestiones de detalle, improcedentes en una ley orgánica, y crea una complicada estratificación de leyes que remiten unas a otras. El resultado es una ley de una complejidad que no tiene que ver con sus objetivos políticos ni educativos, sino con su propia gestación y con los objetivos que quiere conseguir el Gobierno, que no me parece que sean precisamente los de la educación, porque cada vez se ha ido alejando más una cosa de la otra. (Ole, ole y ole. Este señor sí me representa. No podría estar más de acuerdo).

La señora GARCÍA ÁLVAREZ (Izquierda plural): Señorías, faltar a la verdad, mentir en el Parlamento, sede de la representación ciudadana, es un hecho grave, muy grave. Por eso, al inicio de mi intervención quiero, como grupo parlamentario, renovar el compromiso que, junto con otras fuerzas parlamentarias, suscribimos el pasado agosto. Nosotros y nosotras, hombres y mujeres que integramos el Grupo de La Izquierda Plural, cuando adquirimos un compromiso con la ciudadanía lo hacemos con todas las consecuencias y no vamos a defraudarles ni a engañarles. El debate de las once enmiendas de totalidad al proyecto de ley orgánica para la mejora de la calidad educativa puso de manifiesto que este proyecto de ley suponía un ataque a la igualdad de oportunidades y un retroceso en la equidad y en la calidad de la educación pública. Conlleva asimismo una clara transgresión de las competencias de las comunidades autónomas, llegando incluso en algunos casos a la alteración del sistema lingüístico educativo. Por otra parte, ha sido elaborado con la oposición manifiesta de la comunidad educativa. La gran mayoría de los grupos parlamentarios entendemos que determinadas leyes, entre otras las relativas al sistema educativo público, necesitan de una amplia transversalidad de carácter ideológico. Es precisamente esta virtud la que les otorga perdurabilidad, cualidad absolutamente deseable en esta materia. Iniciamos la recta final de la tramitación del proyecto de ley orgánica para la mejora de la calidad educativa, que probablemente concluirá con los únicos votos del grupo parlamentario que apoya al Gobierno, despreciando el diálogo y la búsqueda del consenso necesario con el resto de fuerzas políticas, por lo que este proyecto de ley del Gobierno no puede ser en ningún caso la ley que necesita el sistema educativo público, que necesita el sistema educativo español. Por todo ello, la mayoría de los grupos parlamentarios, en este caso el grupo de La Izquierda Plural, hemos acordado que en el primer periodo de sesiones de la próxima legislatura procederemos a derogar la Lomce y a paralizar de forma inmediata su aplicación y trabajaremos todos juntos para elaborar una nueva ley que cuente con el máximo consenso parlamentario y de la comunidad educativa. (¡No han parido la nueva ley y los hombres y mujeres de Izquierda Plural ya amenazan con la siguiente!)

¿Para qué seguir? Quién quiera entrar más en detalle puede consultar la sesión completa en esta dirección:
 http://www.congreso.es/public_oficiales/L10/CONG/DS/CO/DSCD-10-CO-405.PDF

Hasta el blog se desconfigura con tanto desvarío. La charlatanería desborda los márgenes habituales. Dejémoslo aquí.

lunes, 2 de julio de 2012

Una reliquia

Hace poco, no recuerdo dónde ni a cuentas de qué, leí el nombre de Carmen Kurtz. Por el contexto inferí que se trataba del nombre de una escritora, nada más. Carmen Kurtz. Tenía la sensación de que no era la primera vez que oía hablar de ella. ¿Tal vez alguna recomendación de Muñoz Molina? Me quedé intrigado pero no lo suficiente como para acordarme de buscar el nombre en la wikipedia al llegar a casa.

Hoy me ha sorprendido Carmen Kurtz donde menos lo esperaba, en la estantería de la que era mi habitación en casa de mis padres. Ahí estaba el nombre, de eso me sonaba, de tantas veces que mi vista se habrá posado en el lomo de ese libro sin ser demasiado consciente de ello.

Duermen bajo las aguas es el título del libro. Edición del Círculo de Lectores, año 1961. El ejemplar pertenece a mi madre. Lo hojeo con curiosidad, buscando alguna reseña acerca de la autora. Merece la pena que reproduzca íntegramente los tres primeros párrafos:

LA AUTORA Y SU OBRA

Carmen Kurtz es acogedora, sencilla y trabajadora. Tiene una hija y una nieta y es viuda desde hace 5 años. Su origen está en una familia de la alta burguesía barcelonesa. Su padre, un hombre abierto, químico y farmaceútico de profesión, un intelectual. Su madre muere joven y su padre se vuelve a casar. Carmen estudia en el colegio Sagrado Corazón y el colegio Loreto.
Siendo niña todavía sufre una enfermedad larga y no prosigue sus estudios. A los 16 años tiene ya novio y enfoca su vida hacia el matrimonio como cualquier mujer de su ambiente y de su época. Pero no se casa hasta los 23 años. Antes tiene tiempo de pasar un año en Inglaterra y de preparar allí una licenciatura en lengua inglesa. Tiene también tiempo de pasar muchas horas con su padre y de sostener con él largas charlas.
A los 23 años conoce a un alsaciano, Pedro Kurtz, y se casa con él. Kurtz trabaja en una fábrica de cervezas. Van a vivir a Alsacia y tienen una hija. A los cinco años estalla la Segunda Guerra Mundial y él es llamado a filas. Carmen envía a su hija a España y entra a trabajar como secretaria en el consulado español. Por fin, en 1942, liberan a su marido y al año siguiente vienen a España. En 1957 Carmen se separa de su marido, que muere cinco años después.

Con esa muestra es suficiente para hacerse una idea del tipo de información que en 1961 era considerada oportuna para definir a "la autora y su obra". ¿Se imaginan una reseña similar en un libro de Torrente Ballester, Cela, Delibes o cualquier otro escritor varón coetáneo? Miguel Delibes es acogedor, sencillo y trabajador. Tiene un hijo y está casado desde hace 23 años... A los 16 años no pensaba en tener novia porque prefería dar paseos por el campo....


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miércoles, 23 de mayo de 2012

Noticias encadenadas


Ayer los medios locales traían en primera plana una fotografía como esa. Córdoba bate el récord de sevillanas, titulaba El Día de Córdoba. El periodista R. de la Haba se mostraba un poco más excéptico en su crónica del Diario Córdoba: Nadie vio a ningún jurado del Guiness, aunque la organización juraba que haberlo lo había. Nadie lo subió tampoco al escenario de la Caseta Municipal, que hubiera sido lo suyo para evitar suspicacias. Pero el speaker , tras preguntar al notario Rafael Díaz-Vieito --buscado y llevado de urgencia porque, dijeron, falló el titular y que, por esa misma circunstancia, llegó casi una hora después de que se hubieran atacado las sevillanas para batir la marca--, proclamó que Córdoba había conseguido el nuevo récord Guiness de parejas bailando sevillanas al mismo tiempo y en el mismo lugar. Pues vale. El Guiness dirá. De momento, lo que el señor notario certificó es que había habido "exactamente" 780 parejas bailando, aunque hay que insistir en que en teoría no las vio, sino que lo hizo en base a los boletines de suscripción. Pues vale. El Guiness dirá si el anterior récord, que ostentaba Sevilla con 652 parejas, se ha barrido. Mientras tanto, para dar fe de que fue así, además del notario, subieron al escenario Rafael Jaén y Amelia Caracuel, los delegados mano a mano de Festejos para esta Feria, y el agente 9041 de la Policía Local. "Llevo aquí desde las tres de la tarde y doy fe de que ha venido mucha gente", dijo, más o menos, en medio de un murmullo de sonrisas entre los presentes a un acto promovido por Pascual González y Los Cantores de Hispalis, y respaldado por el Ayuntamiento, que comenzó ilusionante y acabó, por todo lo dicho, con un sabor a chapuza innecesario. Y habrá que insistir en que a lo mejor solo fue la impresión, pero nadie la disipó. Nadie vio a nadie del Guiness. Y el Guiness dirá. Y no necesariamente en playback , como también sonaban, quizás solo sonaban, quizás solo fue una impresión, las sevillanas.

Después del fiasco de la capitalidad cultural y de que en la UNESCO no supieran apreciar los patios cordobeses en su justa medida, ahora sólo faltaba que los del récord Guiness no certificaran que somos los más marchosos de toda andalucía. ¡El mundo en nuestra contra!


Los periódicos de hoy recogen la noticia de la huelga de ayer. Así me entero de la iniciativa que algunos alumnos de la UCO (no se informa de cuántos) están llevando a cabo para protestar por los recortes. Mantuvieron un encierro la noche previa a la huelga en la Facultad de Educación. Ahora anuncian que piensan retomar el encierro el día 29 de mayo y en esta ocasión lo harán de manera indefinida. Y uno se pregunta, ¿por qué esperar al día 29? ¿a qué viene este anticlímax del espíritu reivindicativo? ¿acaso necesitan acaparar víveres dado el carácter indefinido del nuevo encierro? Entonces caigo en la cuenta de que la Feria termina el domingo 27 de mayo. Lunes de resaca y martes a encerrarnos en la Facultad. ¡Qué buen plan! Bastante sacrificio hicieron los encerrados no pudiendo participar el lunes por la noche en la conquista del récord Guiness de sevillanas. No se les puede exigir más.


Otra de las noticias del día ha sido el último disparate de la presidenta de Madrid. La bombero pirómano, encantada de haberse conocido y jactándose de decir las cosas tal como las piensa, sincera y honesta a la par que liberal. Lo que está claro es que esta señora no es ni inútil ni estúpida. Seguramente piense que los españoles podríamos estar preocupados por las consecuencias que nos puede traer la desviación en el déficit de la comunidad que preside, o por la reciente nacionalización de Bankia o incluso por los recortes educativos de los que ella es adalid y precursora. Todos asuntos espinosos, en los que la señora presidenta tiene una acusada responsabilidad, y que están comprometiendo nuestro presente y nuestro futuro. Pero no, por lo visto el verdadero problema que tenemos es que los aficionados del Barca y el Athletic puedan pitar el himno nacional en la final de la Copa del Rey. Hay que tomar medidas urgentes. ¡Que se suspenda el partido!

¿Qué mejor manera de desviar la atención? Si al final van a tener razón sus botafumeiros, esta mujer tienen una mente brillante. Fútbol y nacionalismo bien mezclados. ¿Hay mejor opio para el pueblo?


Pues sí. Fútbol y Feria bien mezclados. FF. Hoy resaltan los periódicos locales la victoria del Córdoba frenta al Cartagena, dejándo al equipo, a falta de dos jornadas por disputarse, en situación muy ventajosa para acceder a los playoffs de ascenso a Primera. El estadio de fútbol Nuevo Arcángel está situado en el recinto ferial, así que los aficionados pueden disfrutar de la Feria antes y después del encuentro. El próximo domingo día 27 el Córdoba juega en su estadio el penúltimo partido de liga. Es el último día de feria. Si el equipo gana es posible que se asegure matemáticamente la plaza en los playoffs. ¿Se puede pedir más, celebrar una victoria histórica de tu equipo en la Feria? No, no se puede. La resaca también será histórica. Menos mal que los estudiantes de la UCO lo tienen todo bien pensado y hasta el martes 29 no reanudan las reivindicaciones. Los recortes son los recortes pero lo importante es lo importante.

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martes, 22 de mayo de 2012

Otra huelga

En apenas dos años he sido convocado a cuatro huelgas.

La primera de ellas fue el ocho de junio de 2010. Estábamos convocados los funcionarios de todas las administraciones para protestar por los recortes de Zapatero, particularmente por la famosa bajada de sueldo. Fui de los pocos que secundó la huelga. He de decir que me sorprendió el escaso seguimiento. Tanta protesta en la cafetería, tanto rajar de ZP y a la hora de hacer pública y notoria la protesta todo el mundo fue a su trabajo como si tal cosa. Moraleja: se puede bajar los sueldos de los funcionarios y no pasa nada. Es más, el gobierno de Griñán acaba de tomar exactamente la misma decisión sabiendo que le va a salir gratis, políticamente hablando.

El resultado es que después de la huelga ni se nos restituyó el sueldo (es más, como digo, nos lo han vuelto a bajar sin que ningún sindicato alce la voz) ni se continuaron las movilizaciones para conseguir este objetivo. Y esto es lo que no consigo entender. ¿Para qué se convoca una huelga? ¿Sólo para manifestar digusto hacia las medidas del gobierno? Vamos, por favor, hay muchas otras formas de manifestar digusto (véase 15M, por ejemplo). No es necesario perder un día de trabajo (y de sueldo).

Las dos siguientes, el 29 de septiembre de 2010 y el 29 de marzo de 2012 fueron huelgas generales. No secundé ninguna. Ni siquiera me lo planteé. Me había dejado muy mal sabor de boca la primera experiencia.

Hace dos o tres semanas los sindicatos convocaron para hoy una huelga en todo el sector de la enseñanza pública, desde infantil hasta la universidad. El motivo es protestar contra los recientes recortes educativos. En defensa de la enseñanza pública. Yo también estoy por la defensa de la enseñanza pública pero creo que para convocar una huelga es necesario que se den una serie de factores que ahora no se están dando.

Como ya escribí aquí, pienso que una huelga es un recurso de presión que tienen los trabajadores para mejorar sus condiciones laborales. Es un recurso que supone un coste importante a todos los afectados. Supone un coste para los clientes o beneficiarios del servicio que dejan de recibirlo, supone un coste para los empresarios que pierden oportunidades de negocio o cancelaciones de contratos, supone un coste político para la Administración que está obligada a ofrecer unos servicios públicos de calidad, supone un coste para los trabajadores que dejan de recibir su salario durante el tiempo que dure la huelga, y también supone un coste para el conjunto de la sociedad que sufraga mediante los impuestos unos servicios e infraestrucuturas que no se utilizan o se infrautilizan durante la huelga.

En resumen, una huelga nunca es deseable y precisamente por estas razones es siempre el último recurso en una negociación o en una reivindicación. Antes de llegar a la huelga (y en todo caso al mismo tiempo que se hace huelga) se deben llevar a cabo una serie de acciones tales como elevar propuestas, entablar negociaciones, convocar reuniones informativas, redactar manifiestos, convocar y asistir a manifestaciones, implicar en lo posible al conjunto de la sociedad en la resolución del conflicto, organizar campañas de protesta, etc, etc. El abanico de posibilidades es amplio.

Como todo último recurso no deseado, una huelga sólo debe ser convocada cuando hay consenso entre los trabajadores sobre su utilidad y cuando estén dispuestos a realizar los esfuerzos necesarios (incluidos los económicos) para conseguir el objetivo. Una huega, aislada, para protestar, no sirve de nada. Si de verdad se pretenden conseguir los objetivos es necesario quemar las naves. No hay vuelta atrás. Se convoca una huelga de una semana, y si al cabo de la semana el gobierno no se sienta a negociar se amplía la huelga a la semana siguiente. Así se presiona para conseguir los objetivos, que es para lo que debería servir una huelga. Para protestar, ya digo, hay otros métodos menos costosos e igual o más efectivos.

Tampoco estoy conforme con los motivos que sustentan la huelga de hoy. Me explico. Como escribí en este mismo blog hace tiempo: la mayoría de la sociedad asiste inpertérrita a los recortes sociales como si fueran simples conflictos laborales. No debería ser solo el personal sanitario de Cataluña el que proteste, deberían protestar todos los enfermos potenciales, es decir, TODA LA SOCIEDAD. Y lo mismo con la enseñanza en Madrid y Castilla La Mancha. No debería ser un pulso entre profesores y gobiernos autonómicos, debería ser un pulso entre toda la sociedad y esos mismos gobiernos. Entonces SEGURO que se podrían encontrar medidas alternativas para reducir el déficit.

No somos los profesores los que debemos protestar contra los recortes educativos. Es la sociedad en su conjunto la que debe hacerlo. Los profesores lo que debemos hacer es informar de la manera más rigurosa posible a la sociedad de cómo van a afectar los recortes a la calidad de la enseñanza. Los profesores podemos, por el conocimiento que tenemos de la materia y por la cuenta que nos trae, liderar las protestas pero nunca monopolizarlas. Porque, además, corremos el riesgo de caer en la insidiosa trampa dialéctica que proponen la presidenta de Madrid o el ministro de Educación. Míralos cómo protestan, y todo porque tienen que trabajar dos horas más. ¡Con las vacaciones que tienen y encima se quejan!

Los que llevamos tiempo trabajando en esto sabemos que cuando hay un problema en un instituto que requiere una inversión importante o la intervención de la autoridad educativa (por ejemplo, no funciona la calefacción, o una mala práctica profesional ostensible y reincidente) sólo se soluciona cuando los padres actúan. Una manifestación de padres de alumnos en la puerta de la delegación. ¡Eso es lo que temen los políticos no una huelga (encima fallida) de profesores!

Si de verdad queremos evitar los recortes educativos debemos demostrar y explicar a la sociedad (a los alumnos, a los padres de los alumnos) por qué los recortes son tan perjudiciales. Y convencerlos para protestar todos juntos. Argumentar y desmontar las mentiras del gobierno. Igual que cuando no funciona la calefacción. Si no convencemos previamente a la sociedad toda protesta será inútil e incluso contraproducente para el colectivo de profesores. Puede dar la impresión de que camuflamos reivindicaciones laborales en el manto del interés general.

Ante el baile de cifras habitual un dato fidedigno. En mi instituto hemos acudido a trabajar 49 de los 85 profesores que integramos el claustro.

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viernes, 18 de mayo de 2012

Morir de éxito


Este pasado domingo finalizó el concurso anual de patios, que desde siempre ha sido la excusa perfecta para disfrutar de la ciudad. En los últimos años el Ayuntamiento ha hecho un esfuerzo para promocionar el concurso de cara al turismo: suplementos en los periódicos, noticias en los telediarios (hubo un año en el que Matías Prats presentó el telediaro de Antena 3 desde un patio del palacio de Viana) y un sinfín de iniciativas con el objetivo de atraer visitantes. Dentro de esta campaña, el año pasado se presentó la candidatura de los patios para que fueran proclamados por la UNESCO patrimonio inmaterial de la humanidad y formar parte de ese selecto grupo de hitos culturales (267 en este momento) junto al flamenco, el tango, el fado, los castells, la dieta mediterránea, el misterio de Elche, la caligrafía china y la ópera tibetana, por mencionar unos pocos ejemplos; pero en el que no están incluidos ni el jazz ni la música pop, ni el cine, ni los Juegos Olímpicos, ni la declaración de los derechos humanos, ni ninguna manifestación cultural proveniente de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Irlanda, Chile, Alemania, Polonia, Suiza, Finlandia, Suecia, Noruega, Australia y la mayoría de países africanos, por citar algunas de las regiones que por lo visto son yermas en cuanto a patrimonio inmaterial de la humanidad.

Tengo mucho cariño al concurso de patios. Me trae recuerdos entrañables. De la infancia, cuando mis padres nos llevaban a mi hermana y a mí a visitarlos. ("mamá, ¿en este patio hay pozo?"). De mi primera juventud, cuando no vivía en Córdoba y al regresar por estas fechas me sorprendía lo bonita que era. Es una ciudad única. Sonia siempre recuerda que la primera vez que visitó Córdoba fue con motivo del concurso de patios. Eso fue hace siete años. ¿Quién le hubiera dicho entonces que se instalaría en la ciudad y que tendría un hijo cordobés?

Cada año son más los turistas que acuden a la ciudad en el mes de mayo. Tanta promoción ha dado resultado. Al principio no era difícil esquivar a la masa de visitantes. Bastaba con evitar el barrio de San Basilio, el más cercano a la judería y a la Mezquita, durante el fin de semana. Posteriormente la prevención se hizo extensible a toda la semana; San Basilio estaba siempre abarrotado pero no me importaba. Mis patios preferidos son los situados en el entorno de Santa Marina y San Agustín, desde la plaza Colón a las Costanillas en un paseo placentero y ligeramente nostálgico.

Este año, al iniciar el recorrido habitual, me llevé la agradable sorpresa de que la "Casa de paso" participaba por vez primera en el concurso, aunque sólo la parte que daba a la calle Chaparro. Hacía años, lustros, tal vez incluso dos décadas que no entraba en un espacio que había sido mágico en mi infancia. Cuando era chico no perdía ocasión de atravesar la Casa Paso (así la llamábamos, omitiendo la preposición). Desde la Lagunilla a la calle Chaparro cada vez que iba a Almacenes Blanco y desde la calle Chaparro a la plaza de la Lagunilla de vuelta a casa. Me gustaba imaginar que si alguna vez me perseguía un bandido yo sólo tenía que dirigirme a la Casa Paso para darle el esquinazo. Mi perseguidor se quedaría en la puerta esperando a que volviera a salir, creyéndome acorralado en un callejón sin salida. El pobre no sospecharía que había una salida "oculta" por la que el héroe (es decir, yo) se alejaba tranquilamente hacia su casa. Estoy hablando de un tiempo en el que era habitual que niños de ocho años anduvieran solos por las calles. Ahora vivimos en otro mundo.

Me emocioné al entrar en la Casa Paso. Me hubiera gustado contarle a Sonia algunos de los recuerdos que se agolpaban en mi mente, que me hiciera una foto con Héctor, pero no fue posible. ¡Había tanta gente! Y todos con nuestra cámara de fotos en ristre. Una marea de turistas nos fue acompañando por el camino. No había forma de esquivarlos. Lo intenté, a la desesperada, en los patios más recónditos. Nada, ahí estaban, con uno de tantos planos en los que señalan las rutas para no perderse ningún patio, un ejército reemplazando a otro, no dejando espacio sin ocupar. No me lo podía creer. Era un miércoles laborable, a las seis y media de la tarde, con más de 35 ºC, ¿de dónde había salido toda esa masa de gente?


El año pasado la UNESCO desestimó la candidatura de los patios a ser nombrados patrimonio inmaterial de la humanidad. Este hecho, sumado a la gran decepción de perder la capitalidad europea 2016 a manos de San Sebastián, fue tomado como una humillación por parte de muchos conciudadanos. Se creó un sentimiento de agravio ("Córdoba no recibe lo que se merece") alentado por las instituciones y los medios de comunicación locales. La reacción al presunto agravio ha sido una hinchazón de patioterismo. Se van a enterar esos señores de la UNESCO de lo que vale un patio.

Por primera vez los vecinos de algunos patios han editado un pequeño folleto para que los visitantes se lo lleven de recuerdo. Algunos patios incluso tienen blog propio. El díptico de la casa paso dedica un 40 % de su espacio a publicidad. El resto se distribuye entre dos fotografías y una caja con un texto explicando la historia de la casa en español y su correspondiente traducción en inglés.

También los periódicos locales han competido por editar el suplemento gratuito más completo, indicando rutas, anécdotas, novedades, contextualizando la importancia histórica de este patrimonio inmaterial al mimo tiempo que daban consejos sobre dónde parar a tomar un refrigerio. El diario ABC, en su edición local, ha llegado incluso más lejos: ha organizado un concurso de patios paralelo al oficial y un concurso de fotografías sobre el mismo tema. El resultado ha sido todo un éxito:


Es la primera vez que he visto grupos organizados con guía incorporado que va detallando las características de cada patio. Aunque es más habitual encontrarse con grupos sin guía andando por las calles en busca de patios. Me recuerdan aquel aforismo de Wagensberg: "He visto un compacto de turistas recorriendo un museo sin que el grupo perdiera del todo la forma del autocar que les ha llevado hasta allí". La diferencia es que los museos están diseñados para albergar grupos de turistas y los patios están diseñados para el solaz y disfrute de a lo sumo dos o tres familias. Más pronto que tarde la estructura del grupo turístico salta por los aires atascada en el primer patio que encuentran y en el que, aunque actúan como si no se dieran cuenta, no caben todos a la vez. Entre bromas, chistes en voz alta y empujones la mitad del grupo, que está dentro, pugna por salir mientras que la otra mitad pugna por entrar. Y así de patio en patio. Y a más de 35 ºC.

¿Quién puede disfrutar de un patio en esas circunstancias? ¿cómo apreciar el sonido de la fuente entre tantas voces? El descenso térmico que provoca el microclima del patio, y que es una de esas cualidades inmateriales dignas de mención, es combatido con éxito por la masa sofocante de cuerpos sudorosos.

Dice el periódico que los patios han recibido un millón doscientas mil visistas durante los doce días que dura el concurso. Aun admitiendo que la cifra pueda estar sobredimensionada no deja de ser una barbaridad. Pero me sorprende que nadie dé la voz de alarma. Salvo contadas excepciones todo el mundo parece estar encantado con el éxito obtenido. Sí hombre, ha costado lo suyo, pero por fin en el mundo exterior empiezan a apreciar lo que valen los patios. A ver si el año que viene llegamos a los dos millones de turistas.

Me temo que el concurso de patios ya nunca será lo que fue. Quién sabe, tal vez la situación actual sea preferible. No está la economía cordobesa para desperdiciar fuentes de ingresos. Yo me veo como un abuelo cebolleta prematuro recordando los buenos viejos tiempos en los que se podía pasear tranquilamente por la ciudad y disfrutarla en todo su esplendor sin agobios, a tu aire, sin rutas preestablecidas ni riadas de personas por las estrechas callejuelas del centro.

En estos días se celebra en París el Festival Internacional de la Diversidad Cultural por el Dialogo y el Desarrollo de la UNESCO 2012. Córdoba es la ciudad española invitada y su correspondiente estand tiene forma de patio. Dice el alcalde que este año es casi seguro que la UNESCO incluirá a los patios en la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y que esto supondrá un aumento de turistas estimado en un 40 %. Resultará paradójico que la UNESCO reconozca las cualidades inmateriales de los patios cordobeses favoreciendo de ese modo su sacrificio en el altar de la ocupación hostelera.

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viernes, 4 de mayo de 2012

Madera de político

El otro día, haciendo zapping, nos quedamos enganchados viendo un documental que emitían en la 2 sobre la masacre acontecida el pasado verano en la isla de Utoya, Noruega.


Los hechos son conocidos. Un individuo, que está siendo juzgado en estos días, puso una bomba de gran potencia en los edificios ministeriales del centro de Oslo. Después se dirigió a la isla de Utoya, donde se celebraba el campamento anual de la AUF, la sección juvenil del partido socialdemócrata que actualmente gobierna el país. Una vez allí, suficientemene armado y vestido de policía, se dedicó a ejecutar a todo aquel que se le pusiera a tiro. Según el documental, la policía de verdad tardó 72 minutos en llegar a la isla y detener al asesino. Para entonces ya se podían contar 69 víctimas mortales (ocho más en Oslo).

El documental se titula "la isla del terror" y se centra casi exclusivamente en las experiencias de los jóvenes que formaban parte del campamento. Para ello cuenta con los testimonios de algunos supervivientes y con la filmación de los días previos al atentado. No estamos hablando de un campamento cualquiera de los cientos de miles que se celebran en verano. Es el campamento anual de la AUF, cantera de los futuros gobernantes de Noruega, o al menos aspirantes a ello. Por el campamento pasan "celebridades" tales como el Ministro de Asuntos Exteriores y otros grandes líderes del partido. Todo es grabado por un cámara profesional. Durante los primeros minutos uno está viendo un documental sobre el campamento de la AUF en el verano de 2011 sin que nadie pudiera imaginar que realmente ese campamento iba a pasar a la historia.

Es a partir del atentado en Oslo y de la llegada a la isla del asesino, cuando el documental cambia de registro. Se acaban prácticamente las imágenes (afortunadamente no hay ninguna "reconstrucción") y el peso narrativo recae en el relato de los supervivientes.


Johannes Dalen (20 años)

Fue quien recibió la llamada avisando de que un "policía" quería acceder a la isla, se supone que para protegerla. Todos están en estado de shock por las noticias que llegan de Oslo.

"Hablamos con varios Secretarios de Estado mientras estábamos a bordo del barco" 31m




Woria Kamil (17 años). Su amigo Ismael fue ejecutado justo a su lado. No entiende por qué él no.
"Tengo muchas imágenes extrañas en mi cabeza" 39.50 "No entiendo por qué no me disparó en la cabeza. No lo entendí y esa es mi gran pregunta".


Emma Martinovic (18 años). Dirigente de la AUF
"la gente más maravillosa de la tierra reunida en un lugar" 4.17
"Antes de hacer nada, pareció que se aseguraba de que yo estaba mirando" 38.13
"Se reía, tenía... no se reía histericamente pero podías sentir su maldad. Sabías que tomaba aliento y se reía con todas sus ganas. Y los hombros le temblaban." 39.44
"Me entró el pánico. Sentí: ahora me toca a mí ser presa del pánico. Mis pulmones se estaban llenando de agua. Estaba lista para cerrar los ojos, echar la cabeza hacia atrás y claudicar. De pronto, veo a un niño. Me vuelvo hacia el niño y le digo; oye, eres un fantástico nadador. Él me mira, mira al cielo y dice: papá está muerto. Miré a mi alrededor y no lo entendía. <<Eres un fantástico nadador. Estás nadando por papá y mucha gente te está esperando en la otra orilla>>. Entonces me dice: yo creía que la policía debía de ser buena. Aquellas palabras me produjeron... tuve que sumergirme para que no viera que estaba llorando. 45m
"Quiero que alguien golpee en algún lugar dentro de mí para poder derrumbarme por completo, para poder llorar histericamente. Ponerme de rodillas y sufrir un colapso, una crisis emocional total" 55m


Eskil Pedersen (27 años). Líder de la AUF
"donde haces contactos y amigos para toda la vida"
3.17 discurso de bienvenida
"Fue el día que el terror se apoderó de Noruega. El país perdería su inocencia si se trataba de una bomba." 22m
"La otra persona que había en la habitación me llamó y me dijo: vete corriendo al barco ya" 26.16
"Sentí como si una alfombra de muerte cubriese toda la isla (...) Pasé corriendo al lado de dos personas que estaban tendidas en el suelo. Estaban muertas. No tuve la menor duda de que estaban muertas. (...) Yo fui la última persona en subir al barco. No había nadie más allí. No volví a ver a nadie. No había nadie allí. Muy deprisa el barco empezó a alejarse. 27m
"Si no estuviste en la isla, no puedes entender las razones de las decisiones que tomamos cada uno. Tomamos una decisión que fue intentar sobrevivir." 55.09


Herman Heggertveit (18 años)
"Entonces desaparece todo pensamiento racional y actuas por puro instinto. Le habían disparado en las piernas, estaba herido, corría por pura inercia. Intentamos ayudarle mientras corríamos y corrimos durante un buen rato" 37.04
"Se presenta a sí mismo pero no recuerdo lo que dice" 48.25
Dudas, dudas, dudas. 49.38
"Yo no tengo la sensación de que le salvé la vida. Más bien tengo la sensación de que le abandoné porque huí para salvar mi propia vida." 54.50






Trond Agnar (21 años). Dirigente de la AUF
"No dejaré que me dispare a mí ni a la gente con quien estoy" 34.45






Lara Rashid y su hermana Bano. Ambas imágenes son del documental.
A la izquierda Lara, la superviviente, relatando su testimonio.
A la derecha Bano, una de las víctimas mortales, riéndose ante la cámara que grababa el documental "campamento en Utowa", el día previo a la masacre.


Line Oma. Empleada del Ministerio de Trabajo noruego. Salía de trabajar cuando estalló la bomba de Oslo. Sus dos compañeras de trabajo más próximas fallecieron.
"Hace mucho tiempo que yo deseo llegar algún día a ser primera ministra" 15.40
"Pero en lo único que podía pensar era en la visión abrumadora de los edificios gubernamentales bombardeados y en que era la mayor tragedia que había sufrido nunca Noruega".

El documental es estremecedor. No soy aficionado al género pero salta a la vista que el suceso reune muchos de los tópicos del cine de terror: campamento juvenil, noche de lluvia intensa, psicópata caracterizado (en este caso de policía. Un toque siniestro digno del mejor guionista. La víctima primero se tranquiliza al ver llegar a un "agente del orden" para en seguida darse cuenta del tremendo error), una isla sin escapatoria...

Pero hay un elemento discordante en la opresiva sensación de tragedia y horror. Me resultan llamativos e inverosímiles algunos testimonios de los supervivientes. Demasiado recurso al lugar común ("el país perdería su inocencia si se trataba de una bomba", referido a las primeras noticas que llegaban desde Oslo), demasiado discurso autoconsciente (¿no es inverosimil que una persona que acaba de sufrir un terrible atentado "solo pueda pensar en que era la mayor tragedia que había sufrido nunca Noruega"? ¿no tiene familia esa mujer?), demasiada explicación e interpretación y poca narración de los meros hechos.

Al poco caí en la cuenta de que los testimonios que me parecían "manipulados" eran los de los dirigentes de la AUF y la aspirante a primera ministra. El resto de testimonios, es decir, los de los campistas de "a pie" sí me resultaban creíbles y estremecedores. Eskil Pedersen, Emma Martinovic y en menor medida Trond Agnar no dudan, parecen tener siempre una visión global de lo que está sucediendo,  mantienen la cabeza fría y toman la decisión más adecuada en cada momento. Por algo son líderes. Ahí está la anécdota de Emma Martinovic a punto de dejarse llevar, exhausta de tanto nadar, pero reaccionando cuando ve a un niño que necesita consuelo.

Pero cuando las decisiones pueden ser discutibles o incluso injustamente criticables, entonces nuestros líderes nos explican que en realidad no son decisiones suyas sino que se vieron obligados a actuar así por las circunstancias. Eskil Pedersen era el líder de la AUF y por tanto el máximo responsable del campamento. Tiene 27 años, diez más que la mayoría de sus compañeros. Cuando el asesino pisa la isla y comienzan los disparos, Eskil sube corriendo al barco y "leva anclas". Pero él no toma ninguna decisión. Así lo cuenta:
"La otra persona que había en la habitación me llamó y me dijo: vete corriendo al barco ya". Es decir, parece que la "orden" de huida partió de otra persona, no salió de motu propio.
"Pasé corriendo al lado de dos personas que estaban tendidas en el suelo. Estaban muertas. No tuve la menor duda de que estaban muertas". Cuánta seguridad. En cualquier caso mejor que estuvieran muertas, de esta forma Eskil se evita verse en la disyuntiva de intentar ayudarlas. Las circunstancias.
"Yo fui la última persona en subir al barco. No había nadie más allí. No volví a ver a nadie. No había nadie allí". Otra vez rotúndamente seguro. No había nadie allí. No había necesidad de esperar por si alguien más alcanzaba el barco puesto que no había a quien esperar. Nuevamente las circunstancias se ponen de su parte.
"Muy deprisa el barco empezó a alejarse". Había nueve personas en el barco. Él sin duda era la persona de mayor rango y el máximo responsable. ¿Qué ocurrió en el barco? ¿Qué pensaron? ¿Qué se dijeron unos a otros?. Silencio (Sabemos, gracias al testimonio de Johannes Dalen, que intentaron contactar con distintos miembros del gobierno e incluso llegaron a hablar con varios Secretarios de Estado. Lo que no sabemos es si estas llamadas se produjeron cuando el barco estaba todavía atracado en la isla -lo dudo- o ya después de abandonarla). Al parecer nadie tomó ninguna decisión. El barco, autónomamente, dirigido por nadie, empezó a alejarse muy deprisa. Eskil tuvo mucha suerte de que el barco no empezara a alejarse muy deprisa antes de que él pudiera embarcar. Caramba con el barco.

Que quede claro: no estoy criticando el comportamiento que tuvo Eskil Pedersen ese día, ni siquiera creo que mienta (me parecería mezquino afirmar que miente sin ninguna prueba). Doy por hecho que los muertos estaban muertos y que no había nadie más que pudiera subir al barco. Lo que me irrita es su actitud: su seguridad sin fisuras, la falta de cuestionamiento, su responsabilidad (siempre pensando en Noruega y en la seguridad de todos) irresponsable (al parecer no es responsable de ninguna decisión. En toda la crisis nunca parece decidir nada, siempre se mueve obligado por las circunstancias), esa obsesión con aparentar dominar la situación incluso en el caos más absoluto ("No dejaré que me dispare a mí ni a la gente con quien estoy", afirma Trond Agnar, otro de los dirigentes de la AUF)..

Los campistas de "a pie", los que en principio no son responsables más que de sí mismos, los que no tienen permanentemente a Noruega en la cabeza, sí tomaron decisiones: correr o no correr; huir nadando o esconderse; ayudar a un herido o no; quedarse con un amigo o no; constestar al móvil o desconectarlo para no hacer ruido; fiarse o no fiarse de ese policía con un comportamiento extraño... De hecho no dejaron de tomar decisiones en todo el rato. Y por eso sienten remordimientos. Se cuestionan que hubiera ocurrido si hubieran tomado otra decisión. Intentan comprender por qué actuaron tal y como lo hicieron ("Entonces desaparece todo pensamiento racional y actuas por puro instinto" comenta Herman Heggertveit).

Johannes Dalen, Woria Kamil, Herman Heggertveit relatan lo ocurrido a la manera de David Copperfield. Se sienten los protagonistas, los héroes, de su propia historia. Nada más y nada menos. En cambio los dirigentes políticos y la aspirante a primera ministra, Eskil Pedersen, Emma Martinovic, Trond Agnar y Line Oma relatan lo ocurrido como si ellos fueran los protagonistas, los héroes de la historia, mejor aún, de la Historia de Noruega.

Supongo que en eso consiste ser un dirigente político: sentirse protagonista, seguridad sin fisuras en el discurso, apariencia de cotrol de la situación, tener la respuesta adecuada y sin ninguna duda a cada reto por díficil e incontrolable que este sea (por ejemplo un psicópata armado suelto en una isla). Nunca ponerse en cuestión a uno mismo. Madera de político.