Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

martes, 25 de octubre de 2011

Se traspasa (un poco)

Temporalmente la actividad bloguera va a ir dirigida al blog que he creado para la asignatura "proyecto integrado".

Aquí podéis ver tanto el blog de la asignatura como el que están creando los alumnos (de segundo de bachillerato). Os podéis reír un rato:

proyectogh1.blogspot.com

sábado, 8 de octubre de 2011

Otro prejuicio

He leído algunos libros que tratan sobre la formación de prejuicios y estereotipos. El último, sin ir más lejos, el de José Antonio Marina que comenté aquí hace poco. Es un tema que me interesa como herramienta para intentar comprender mejor a los demás y a mí mismo. Procuro estar alerta ante mis propios prejuicios, identificarlos, razonarlos y neutralizarlos.

Esta tarea me resulta relativamente fácil con los prejucios sociales que he podido asimilar con los años. Cuando el prejucio o el estereotipo lo he adquirido por influencia de mi entorno no me cuesta trabajo desprenderme de él.

Lo difícil es desprenderse de un prejuicio personal que uno ha ido desarrollando a saber por qué causas. Un ejemplo, ¿por qué me cae tan mal Carlos Fuentes? Lo único que sé de él es que es un escritor mexicano al que se suele incluir en el llamado boom latinoamericano. No conozco su biografía, no conozco su obra, no recuerdo haber leído ni haberlo escuchado en ninguna entrevista, tampoco recuerdo ningún hecho que justifique ni siquiera remotamente mi disposición de ánimo hacia su persona.

Hace trece años, cuando vivía en Barcelona y todavía no había desarrollado este prejuicio, empecé a leer "gringo viejo", una de sus novelas más famosas, aunque solo sea porque tuvo una adaptación cinematográfica en la que Gregory Peck interpretaba el personaje basado en Ambrose Bierce, periodista y escritor norteamericano que había descubierto hacía poco tiempo y que me parecía fascinante.


En 1913, con 71 años cumplidos, Bierce cruzó la frontera mexicana para unirse al ejército de Pancho Villa (se supone que como observador, a su edad no estaba para combatir). Poco antes dejó escrito a un familiar: Adiós. Si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mexicano y me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la ancianidad, a la enfermedad, o a la caída por las escaleras de la bodega. Ser un gringo en México. ¡Ah, eso sí es eutanasia! Al poco se le perdió la pista y ya no se supo nada de él. Ese final desconocido es el que novela Carlos Fuentes en "gringo viejo".

El libro no me gustó y lo dejé en los primeros capítulos. Pero eso no es motivo para que me desagrade Carlos Fuentes. Lo peor es que por mucho que lo identifique y lo razone el prejuicio sigue ahí, no consigo neutralizarlo. Es más, me reafirmo muy gustosamente en él. Esta tarde enciendo la televisión y en la 2 hay una especie de miscelánea cultural, un programa titulado "Miradas 2". De repente aparece Carlos Fuentes y dice lo siguiente referido a su último libro: representa a todas las mujeres del pasado, a las que no conocí, y a todas las mujeres del futuro, a las que no voy a conocer. Claro, y yo me pregunto ¿qué pasa con las mujeres del presente? ¿las conoce a todas? Ay, qué mal me cae.

No sé, a lo mejor a vosotros no os da esa misma impresión. Podéis escucharlo en este vídeo, a partir de del minuto 10:30.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/miradas-2/miradas-2-08-10-11/1218553/

A pesar de todo no desisto en mi lucha contra el prejuicio. Me ha entrado curiosidad y voy a intentar de nuevo leer "gringo viejo". Veremos qué ocurre trece años después.




_

jueves, 6 de octubre de 2011

Un clásico

Dicen que una de las razones para leer a los clásicos es que sus escritos mantienen la vigencia a pesar del tiempo transcurrido. Este artículo fue escrito por Antonio Muñoz Molina hace quince años. Parece que lo hubiera escrito ayer mismo:

Después de una década a las personas de izquierda nos está cambiando ahora el signo de la melancolía, que según dejó escrito Mariano José de Larra es el sentimiento más arraigado de los liberales españoles. Hasta hace nada, lo que nos ponía melancólicos a los de izquierdas eran las sinrazones que cometían los nuestros. Ahora parece que las cosas van volviendo a su cauce y que la fuente legítima de nuestra melancolía vuelve a ser las sinrazones de los otros, lo cual, en cierto modo, no deja de ser un alivio, e incluso le permite a uno la ilusión de averiguar alguna vez quiénes son exactamente los nuestros.

El gran Cyril Connollly se consideraba a sí mismo el único miembro de una minoría de uno solo. Todos estos años atrás muchos demócratas y liberales españoles -usando la palabra liberal en su sentido noble y antiguo, no como ese sinónimo de canibalismo económico en que se ha convertido últimamente-, nos hemos sentido solos, dispersos en minorías robinsonianas de misantropía o naufragio, y yo creo que sólo en los meses previos a las elecciones de marzo volvimos a tener una conciencia razonablemente nítida de dónde estábamos, aunque no de quién estaba con nosotros. Según arreciaba la ofensiva de los periódicos amarillos, de la izquierda chiíta y de la derecha histérica en vísperas de la campaña electoral, muchas personas que no profesaban la menor simpatía hacia el gobierno socialista empezaron a temer que los dinamiteros de eso que se llamaba tan abusivamente "el Régimen" no tendrían escrúpulo, si les venía bien, en llevarse por delante la estabilidad de las instituciones democráticas.
(...)


La recién nombrada ministra de Educación y Cultura, Esperanza Aguirre, a quien ya se le conocían sus méritos temibles como concejala en el ayuntamiento de Madrid, ha declarado con toda claridad, con perfecto impudor, que una de sus tareas inmediatas va a ser la de cerrar escuelas públicas "no rentables" (sic) e incrementar las subvenciones a las escuelas privadas más favorecidas por los padres. Hasta hace nada, de lo que se escandalizaba uno era de que con coartadas de izquierda se desguazase la instrucción pública: ahora la melancolía y hasta la combatividad vuelven a su sitio cuando la derecha, con lo que amenaza, es sencillamente con cerrar las escuelas.

Dice Kenneth Galbraith que lo que está ocurriendo estas últimas décadas en el mundo es una revolución de los ricos contra los pobres. A los pobres van a escatimarles ahora las escuelas públicas para que los ricos asistan con mayor comodidad y menos gasto a sus escuelas privadas, y a uno vuelve a subírsele la sangra jacobina y se le definen otra vez los puntos cardinales de su diatriba política. Según Sartre, cuando se abandona la izquierda se encuentra uno perdido en un túnel oscuro, ve una luz al fondo, sale a ella y se encuentra en la derecha. Aquí, después de tantos años de incredulidad y de melancolía hemos salido del túnel para encontrarnos exactamente donde estábamos. De nuevo hay que defender la escuela pública. De nuevo hay que cuidar con celo vigilante la libertad de expresión, porque a la derecha, en cuanto gana, le vuelve el viejo instinto de prohibir, así que ahora han prohibido en Valencia una exposición de fotografías porque aparecen en ella padres y madres e hijos desnudos [¿no ocurrió hace poco algo parecido en Extremadura?] (...).

Parece que algunos estén utilizando la excusa real de la crisis para aplicar al máximo sus ideales neoliberales. Y por ahora lo están consiguiendo. Lo peor de todo es que la mayoría de la sociedad asiste inpertérrita a los recortes sociales como si fueran simples conflictos laborales. No debería ser solo el personal sanitario de Cataluña el que proteste, deberían protestar todos los enfermos potenciales, es decir, TODA LA SOCIEDAD. Y lo mismo con la enseñanza en Madrid y Castilla La Mancha. No debería ser un pulso entre profesores y gobiernos autonómicos, debería ser un pulso entre toda la sociedad y esos mismos gobiernos. Entonces SEGURO que se podrían encontrar medidas alternativas para reducir el déficit. Nada más por hoy:




_

domingo, 2 de octubre de 2011

El chiste

Hace un año por estas fechas mi padre me reenvió uno de esos email curiosos que a su vez le reenvían alguno de sus contactos. Se trataba de un chiste en el que se parodiaba la evolución de la enseñanza en España y más concretamente la evolución de la enseñanza matemática.

La verdad es que no me hizo demasiada gracia, me pareció que el chiste redundaba en uno de los muchos lugares comunes que pululan sobre la enseñanza y que impiden un análisis desprejuiciado de sus problemas reales. Reproduzco el mensaje de respuesta a mi padre en el que adjuntaba una copia de los exámenes de septiembre que acababa de poner unos días antes:

Sí que me parece exagerado.
Te mando los exámenes que he puesto en septiembre para que compruebes qué es lo mínimo que se exige para aprobar las matemáticas en 2º y 3º de la ESO (13 y  14 años respectivamente).
Recalco que los exámenes de septiembre son de contenidos mínimos. Las preguntas son más fáciles que en los exámenes ordinarios del curso. A cambio, para que un alumno apruebe debe tener bien TODOS los apartados. Y aquellos alumnos que superan la prueba, es decir, aquellos que tienen TODOS los apartados bien, aparecen en las actas de evaluación de septiembre con la calificación de 5 (suficiente).

Afortunadamente estamos todavía muy lejos del chiste.


Apenas tres meses después una de las comentaristas habituales transcribió el chiste en el blog de Muñoz Molina. Lo podéis leer aquí. La reacción que me produjo esta vez fue muy diferente a la primera. Seguía sin hacerme gracia pero ahora me incomodaba de una manera más insidiosa. Intentaré explicar por qué.

El curso pasado me dieron traslado a un instituto que hay muy cerca de mi casa. Se trata de un centro de Educación Compensatoria. Esto significa que una parte importante de los alumnos matriculados requieren de una atención especial por pertenecer a familias con riesgo de exclusión social. Por primera vez en mi vida tengo alumnos gitanos. Además hay inmigrantes, algunos de los cuales no dominan el español, y alumnos payos de familias desectructuradas o con graves problemas económicos. También hay muchos alumnos, sobre todo en el bachillerato pero también en la ESO, que pertenecen a familias integradas y que pretenden continuar sus estudios en un Grado Superior o en la Universidad.
Es un instituto diferente a cualquiera que hubiera conocido antes. Como es un Centro de Educación Compensatoria hay más recursos humanos de lo habitual para atender a los alumnos con más necesidades: clases de español para los inmigrantes que no lo dominan, grupos flexibles, desdobles, etc.

En la ESO, que es donde se concentra el grueso del alumnado con necesidades educativas especiales, la política del centro consiste en separar a los alumnos por necesidades e intereses. En el grupo A están los alumnos que quieren estudiar y no necesitan apoyo. En el grupo B están los alumnos que quieren estudiar y necesitan apoyo. En el grupo C están los alumnos que no quieren estudiar.
En el grupo A hay 25 alumnos, un profesor por asignatura y no tienen desdoble.
En el grupo B hay 20 alumnos, dos profesores por asignatura y existen desdobles.
En el grupo C hay 10 alumnos, dos profesores por asignatura y existen desdobles, talleres y aulas flexibles.

Otra de las medidas que adoptó el centro para favorecer el éxito escolar de los alumnos con problemas es que tengan el menor número de profesores posible, al menos en los dos primeros años de la ESO. La idea es que estos alumnos consiguen empatizar y respetar más al profesor si pasan muchas horas con él en el aula, como si fuera una prolongación del colegio donde la figura del maestro sí que parece tener mayor consideración.

En mi horario tenía adjudicadas seis horas semanales con 2ºB, las tres de matemáticas más las tres de ciencias naturales. Mentiría si dijese que no me sentía inquieto ante ese panorama. Y no solo por los alumnos. También tenía muchas dudas sobre cómo iba a funcionar trabajar en el aula con una profesora de apoyo las seis horas. La única experiencia que yo tenía de compartir aula con otro profesor (en un instituto de Cuenca) había sido un desastre absoluto. A eso había que añadir que las ciencias nunca han sido una de mis asignaturas favoritas y que tendría que preparar las clases de una materia que no me gusta y de la que ignoro hasta los aspectos básicos.

Cuando comenzamos las clases y conocí a los alumnos que integraban el grupo me di cuenta de lo difícil que iba a ser. Desde luego ya me podía ir olvidando de dar las clases como estaba acostumbrado. Por lo pronto, hacer tareas en casa no formaba parte de su estilo de vida. Si quería que hicieran algún trabajo o ejercicio tendría que darles tiempo para hacerlo en clase. No eran nada autónomos, requerían de tu ayuda y atención constantemente. Cada pequeña cosa que hacían, por simple que fuera, implicaba múltiples requerimientos previos para dejarles clarita la actividad y otros tantos para ir comprobando que cada paso que daban era correcto (o corregirles en caso contrario, que era lo más habitual, sobre todo al principio). Si tenían alguna duda querían que se les resolviera de inmediato y de forma individual, nada de esperar a una puesta en común y corregirlos todos en la pizarra.
Otra característica era que su capacidad para estar concentrados en una actividad era muy limitada por lo que mejor planificar seis actividades cortas que una larga. Si les mandabas un ejercicio, luego otro, luego otro y así, podían pasarse toda la hora trabajando, pero si les decías que iban a hacer cuatro ejercicios seguidos lo veían como una tarea imposible y no hacían ninguno.
Pero la principal característica era que no había características comunes. Cada individuo de ese grupo era un alumno "especial", con una problemática y una forma de ser que lo diferenciaba del resto del grupo (no digamos ya de los alumnos con los que yo había trabajado anteriormente). Cada alumno por sí solo y cada uno por motivos diferentes necesitaba mucha ayuda.

En el grupo había tres alumnos chinos que llevaban en España pocos meses. Si ya era difícil que te entendieran en una conversación ordinaria, no digamos un texto científico aunque fuera de un libro de 2º de ESO. En cambio, en matemáticas eran muy buenos y no necesitaban traducción ni en los problemas. Decidimos que la profesora de apoyo sacara a estos alumnos y a dos más que tenían especiales dificultades en las horas de ciencias para darles clases casi particulares y yo me quedaba en el aula con el resto del grupo. En las clases de matemáticas la profesora de apoyo (gran profesional con la que trabajé estupendamente. En ese sentido los temores se disiparon muy pronto) se quedaba dentro del aula y me ayudaba a atender los constantes requerimientos de los alumnos.

Además de los chinos había un número indeterminado de gitanos (luego, cuando ya nos teníamos confianza, me enteré de que sólo eran cinco gitanos). El resto eran payos. Lógicamente yo no iba a preguntar quién era gitano y quién no. Payos y gitanos se parecían muchísimo en su físico y en la manera de vestir y comportarse. En ese sentido el grupo era un ejemplo de integración.

Cuando llevábamos mes y medio o dos meses de clases, empecé a relajarme. Con sus peculiaridades el grupo parecía ir funcionando. No había problemas de disciplina (otro temor disipado) y parecía que poco a poco se estaba instaurando una dinámica de trabajo (en clase, ya he dicho que en casa nada de nada). Un día requisé un papel a J.

J. era el único alumno de la clase que no vivía en el barrio. Vive en una zona de parcelas a las afueras (barriada que también está adscrita al centro y de donde provienen la mayoría de los alumnos de los grupos A). Desconozco la realidad familiar de J. pero no es la que desearía para nadie, y menos a la edad de catorce años. J. no tiene ningún control familiar, no tiene horarios ni rutinas. Una vez llamó su madre al instituto preocupada porque su hijo llevaba dos días sin aparecer por casa. Según J., que sí había asistido a clase esos días, había pasado las dos noches en casa de un amigo y no había sentido la necesidad de comunicárselo a nadie. ¿Cómo puede la madre tardar dos días en empezar a buscar a su hijo que, repito, al menos esos días sí había ido a clase?

La actitud de J. en clase era la de alguien que está de vuelta. Sus compañeros eran unos panolis, unos niños que no sabían de qué iba la vida. Tenía un punto chulesco pero de una manera sui generis. Es como si fuera chulo por dentro y componedor por fuera. Esa era mi opinión cuando le requisé el papel. Con el tiempo me di cuenta de que esa chulería no era tal, sino una costumbre de vivir y actuar según le dictase su santa voluntad. Por eso no había agresividad en él, ni siquiera cuando te desobedecía. J. se había criado sin tutela familiar y era un ser libre, tranquilo y un poco triste. O tal vez esa tristeza que le vislumbraba era el reflejo de la pena que me daba su situación.

Al terminar la clase J. se acercó un poco nervioso a pedirme que le devolviese el papel que yo ya tenía olvidado y traspapelado en el desorden de mi cartera. Su nerviosismo picó mi curiosidad y leí el texto antes de devolvérselo. Era una especie de poema pornográfico. Me explicó que era la letra de una canción rap que había compuesto. Medio en broma medio en serio le repliqué que ya que le gustaba componer canciones podría componer una con motivo del tema que estábamos estudiando (La función de reproducción). Estaba dispuesto a subirle hasta un punto y medio en la nota del próximo examen si la canción era buena.

Ahí quedó la cosa. Enseguida olvidé el asunto. Hago muchas propuestas similares y la inmensa mayoría cae en saco roto. A la semana siguiente J. se presentó con una canción que resumía los principales aspectos del tema tres. Me la enseñó y, aun sin salir de mi sorpresa, le dije que tendría que cantarla delante de sus compañeros para ganarse los puntos. Una canción necesita ser cantada para ser una canción. Se hizo un poco de rogar pero finalmente accedió. En el fondo estaba encantado de poder interpretar su composición delante de sus compañeros. Cuando faltaban diez minutos para terminar la clase salió a la pizarra y rapeó. Para mí fue un momento mágico, además fue el momento en el que tuve claro que me había hecho con el grupo y que no ibamos a tener problemas durante todo el curso. Los alumnos se tomaron totalmente en serio la actuación. Ninguno hizo burla, todos estaban atentos y terminaron aplaudiendo sinceramente. Es más, se produjo efecto contagio y P. (el alumno más problemático y un auténtico chulo. Uno de esos, afortunadamente pocos, con los que nunca puedes bajar la guardia) afirmó que él también sabía componer rap (no iba a ser menos, claro está) y que quería componer una canción para el próximo tema.

J. se ganó su punto y medio. Le pedí que me entregara el texto de la canción y si me lo podía firmar. Lo hizo con su nombre artístico. Esa misma tarde le conté entusiasmado a Sonia lo que había ocurrido. Después de contárselo le quise enseñar el texto de la canción y en ese momento, al volver a leerlo, fui por primera vez consciente de lo que podría pensar alguien que lo leyera sin conocer a J. ni a los alumnos de 2ºB. Seguramente esa persona, yo mismo apenas dos meses atrás, pensaría que se trataba de un mal chiste. Esto es lo que escribió J. y que mereció tantos elogios por mi parte (hay que intentar leerlo a ritmo de rap):

Si las clases te rayan,
manda a tomar por culo al estres
llega Jota esta vez con el tema tres.

Los seres vivos nacemos
cresemos, vivimos y nos reproducimos,
y tarde o temprano nos morimos
en este aspecto con las plantas coincidimos.

La reproduccion sirve para evitar la extincion,
mantener la especie y aumentar la poblacion.
Existen dos tipos asexual y sexual
quisas esta ultima sea la mas normal
la union de gametos, macho y embra
se unen en uno cual semilla que se siembra.

Aora la asexual
divicion selular
con aspecto similar.

En algunos seres vivos estas formas se alternan
a esto se llama reproduccion alternante
esto para los animales solamente.
y en los vegetales
alternancia de generaciones.

En la sexual existen tres fases
esto es importante no pases
la primera es la formacion de gametos
no es dificil de aprender si no eres un paleto
tras la divicion selular
se forman los gametos con la mitad
de cromosomas de la selula original

El segundo la fecundacion
es la union de gametos
poned atencion paletos
se crea una nueva selula de nombre cigoto
ya puedo oirlo no armeis tanto alvoroto.

En el ultimo lugar
el desarrollo del embrion,
escucha vien, pon atencion
El huevo se divide susesivamente
y da lugar al embrion
que crese asta formar un nuevo ser diferente

En las reproducciones asexuales
existen cuatro modalidades,
esporulacion, gemacion
fragmentacion y biparticion
No las describo porque sería muy larga esta cancion.

Bale, he ablado de los tipos de reproduccion
pero ahora toca explicar la ejecucion
como es en los umanos lo sabreis
pero de las plantas lo mismo no presumireis
hey chaval, no te tires por las vias
yo ace un tiempo tampoco lo sabia.

En los sacos polinicos se guardaba el polen
lo que para nosotros seria el semen
el polen que portan estos
son transportados por el viento y algunos insectos
llegan a otra flor de la clase misma
yega y se introduce por el estigma
atraviesa el estilo
todo junto se llama pistilo
el ovulo y el polen se fecunda, crea una semilla ????? (palabra ilegible)
cuanto esta cae al suelo y se planta
si en el invierno por el invierno no se achanta
buelve a salir una nueva planta.
Y asi se sierra el siclo de la vida,
recargate que te as quedado sin pilas.


_