Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

lunes, 25 de enero de 2016

El sexo asignado

Ha llegado un alumno nuevo al instituto. Debería decir una alumna. Alguien que nació siendo varón y ahora es (o va camino de ser) mujer. La semana pasada, estando yo de guardia en el "aula de reflexión" (eufemismo para referirse a la sala de expulsados), la conocí. Entró bruscamente para devolver las llaves del baño de las chicas. Ni un "buenos días" que echarse a la boca. A pesar de sufrirla a diario nunca me acostumbraré a la mala educación imperante entre los alumnos.

En esta ocasión también yo me quedé sin palabras. Antes de que pudiera reaccionar ("buenos días, ¿no?") ya se había marchado. Reconozco que me impactó su pinta almodovariana. ¿De dónde ha salido esta? ¿A qué clase va? Tampoco tuve demasiado tiempo para seguir preguntándome este tipo de cuestiones porque de eso se encargaron los sospechosos habituales que tenía a mi cargo "reflexionando".

- Maestro, ¿eso qué es un tío o una tía?
- Es un tío porque se llama XXXXX
- Pero quiere que la llamen YYYYY

Desde mi puesto de guardia pude ver como XXXXYYYY entraba en 2º D. Madre mía. Si sobrevive a ese grupo de bandarras estará curada de espantos para el resto de su vida. A su favor cuenta con sus maneras desafiantes. El modo en el que entró a devolver las llaves del baño de chicas dejaba claro que era YYYYY pero que si indagaban en sus partes podía ser más XXXXX que cualquier de los allí presentes, los más chulos del pasillo.

Con tanto trabajo que tengo había olvidado el episodio. Hasta que esta tarde he recibido un correo de la coordinadora del plan de igualdad del centro. Nos informa de la existencia de un protocolo de actuación sobre identidad de género en el sistema educativo andaluz. Si alguien tiene curiosidad por conocerlo sólo tiene que buscar en el BOJA número 96 de 21 de mayo de 2015 el Anexo VIII de la Orden de 28 de abril de 2015 por la que se adoptan medidas para la promoción de la convivencia en los centros docentes sostenidos con fondos públicos. Me ahorro la búsqueda porque la coordinadora adjunta en el correo el protocolo en cuestión. Se trata de un documento de cinco páginas escrito en la jerga farragosa de siempre y que, a efectos prácticos, sirve para bien poco. Un ejemplo:
Cuando el tutor o tutora de un grupo, o cualquier miembro del equipo educativo del centro, observe en un alumno o una alumna menor de edad de manera reiterada y prolongada la presencia de conductas que manifiesten una identidad de género no coincidente con el sexo asignado al nacer, lo comunicará al equipo directivo del centro, el cual propondrá a la familia o representantes legales una entrevista con el profesorado que ejerce la tutoría, a la que podrá asistir el profesional de la orientación educativa en el centro, en la que se informará de los hechos observados, los recursos existentes en el ámbito educativo y externos al mismo, y la posibilidad de iniciar un proceso para identificar las necesidades educativas y determinar las posibles actuaciones a desarrollar en el centro, con el consentimiento expreso de la familia o representantes legales del alumno o alumna.
En ningún momento el legislador tuvo la necesidad de utilizar un punto seguido. ¿Para qué, si existen las oraciones subordinadas y las subsubsubordinadas? Nada de lo que asombrarse. Con esta claridad de expresión y de ideas se rige el sistema educativo andaluz. Entre tanta palabrería inane destaca la expresión el sexo asignado al nacer. ¿Asignado? No sé, no soy lingüista pero tengo la impresión de que el verbo asignar requiere de un sujeto consciente. ¿Dios?

No deliremos. Mejor terminar con un clásico de Los burros. La inconfundible voz de Manolo García cantando mi novia se llamaba Ramón.