Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

domingo, 21 de julio de 2013

Nothing compares to her


Es raro encontrar a alguien de mi generación que no sepa quién es Sinead O´Connor. Ese gran reconocimiento contrasta con lo poco que se sabe de ella. Apenas dos cosas: que es la intérprete de una canción que ya en su día me parecía empalagosa (el vídeo es un icono de finales de los ochenta) y que es un poco excéntrica, por decirlo suavemente (pocos olvidan su actuación en Saturday night live, cuando rompió en directo una fotografía de Juan Pablo II). Así que no sabíamos qué esperar del concierto de anoche. Las canciones de su último disco, How About I Be Me (And You Be You?, no están mal. La más pegadiza es una alegre composición con aires Hare Krishna que bien podría haber firmado Sir Paul (así llamamos familiarmente a Paul McCartney).


Con estos antecedentes no me sorprendió demasiado cuando apareció en el escenario vestida de negro con alzacuellos y un gran cruzifijo colgado del cuello, como un clérigo protestante. Aunque lo que de verdad parecía era una camisa parda, una cabeza rapada en el peor significado del término. Esas gafas negras, esa agresividad airada con la que cantaba, incluso las canciones supuestamente alegres (tuvo palabras de agradecimiento para Van Morrison. Por la forma en que las pronunciaba cualquiera diría que lo que deseaba era propinarle un puñetazo). No había manera de conectar el recuerdo de aquella chica guapa y dulce con el presente punk-fascista que tenía ante mis ojos. Mayor aún era la disonancia entre lo que estaba escuchando (una estupenda voz femenina acompañada por una buena banda) y lo que estaba viendo.


Daba un poco de pena. Es la misma agresividad que encuentras en algunos adolescentes inadaptados. Una agresividad que nace del sufrimiento. Dedicó una canción a su hija (nunca habría imaginado que tuviera hijos) y a partir de ahí empezó a relajarse un poco. Cantó a capela In this heart, transportándonos a una iglesia de un recóndito pueblo irlandés. La audiencia estaba entregada, especialmente la colonia extranjera. "We love you". Eso pareció terminar de tranquilizarla. Incluso se permitió bromear con los que la interpelaban entre canción y canción.

- Show us your beautiful eyes.
- Do you want to see my ass? (dandose la vuelta y amagando con bajarse los pantalones). I wear sunglasses because I´m very shy. Besides, my eyes can´t sing.... My ass can.

Estaba claro que Sinead O´Connor era otra. El resto del concierto no tuvo asomo de agresividad. Se la veía contenta, sonriendo al presentar a la banda, introduciendo al público cada canción (cosa que no había hecho en el inicio, cuando parecía cantar para un muro que la oprimía). La primera parte del concierto duró sesenta minutos exactos.

Tras la pequeña pausa de rigor, la cantante se presentó sin banda y sin gafas. Acompañada únicamente de su guitarra nos informa (casi disculpándose) que va a cantar unos temas de su album favorito: Theology. Fueron tres canciones o, mejor dicho, tres oraciones. La melodía no era gran cosa, pero la interpretación fue emocionante. La última canción del concierto, sin guitarra, con los brazos extendidos, mirando al cielo, la dedicó a las personas que están esperando un hijo.


Good night. Sweet dreams - se despidió. En ese momento parecía feliz. Yo no sabía si acababa de asistir a un concierto memorable o a una terapia musical.

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