Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

jueves, 5 de septiembre de 2013

Al otro lado

Después de diez años reuniéndome con los padres de los alumnos de mi tutoría al comienzo de cada curso, ahora se me hace extraño ser el padre que acude a la reunión convocada por la maestra de su hijo. Es como estar al otro lado del espejo. Observando a la maestra reconozco el nerviosismo de los momentos previos, cuando da la hora de comienzo y pides cinco minutos de cortersía para los padres rezagados. Esos minutos son incomodísimos, los padres ya sentados, observándote, y tú aparentando revisar el guión que tienes preparado, saliendo al pasillo una o dos veces a la espera de algún asistente más.

Aprovecho esos instantes para observar de reojo al resto de madres y padres, imaginando cómo serán sus hijos, los niños con los que Héctor va a crecer los próximos nueve años si no sucede nada imprevisto. La maestra rompe el hielo pasando lista en voz alta (yo lo que hago es pasar una hoja para que los asistentes apunten su nombre, el de sus hijos y algún otro dato de interés). Como era de esperar parece más tranquila según avanza en sus explicaciones.

Siempre he creído que los padres acuden a estas reuniones por dos motivos: para informarse (de las normas de funcionamieto del centro, de la programación que van a seguir sus hijos, etc.) y para darse a conocer al tutor. Sí, así de equivocado estaba. He tenido que pasar al otro lado para caer en la obviedad de que los padres no vienen a que yo los conozca sino a conocerme a mí, a examinar qué tipo de persona va a velar por sus hijos mientras estén en el instituto.

La maestra de Héctor ha superado con éxito el examen. Este curso, por primera vez desde que empecé a trabajar en la enseñanza, no voy a ser tutor.


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2 comentarios:

  1. Mis padres nunca fueron a las tutorías de mi colegio; solía ir mi hermano mayor -se disfrazaba de responsable con un traje de mi padre y se presentaba a aburrirse durante un par de horas, según él; menos en una ocasión: una madre, que estaba acostumbrada a recibir alabanzas de su hija, en una ocasión la censuraron y la mujer se encaró con la monja, se puso tan violenta que tuvieron que sacarla de la clase entre los pocos hombres que había porque parecía dispuesta a agredir a la profesora.

    Mi cuñada, sin embargo, cuenta el otro extremo: la madre de una alumna de procedencia china, le informaron que la hija hablaba demasiado en clase y la mujer se puso a llorar como una magdalena, completamente desconsolada.

    Me alegra mucho no estar en el pellejo de esos profesores que deben enfrentarse a las reacciones paternas.

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  2. Ja! Yo no he sufrido ningún percance en las reuniones de padres. Siempre hay algún padre o madre con afán de protagonismo pero nunca han llegado a dar el cante.

    A Sonia sí que le montaron un espectáculo cómico-festivo en una ocasión. Ella era nueva en el instituto y, sin que pudiera evitarlo ni supiera el por qué, se encontró con todos los padres en pie de guerra contra la directora del centro. Decían de todo menos bonito. Sonia lo pasó fatal (no sólo en esa reunión sino en todo el curso. No hay nada peor que trabajar en un centro donde hay mal ambiente). Pero bueno, supongo que son gajes del oficio.

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