La sensación de estar de vacaciones se redobla con este verano nórdico que estamos disfrutando. Parece mentira ver el cielo azul y no blanco; nubes y brisa fresca en lugar de viento sahariano. Es difícil creer que uno está en Córdoba. No cuesta nada imaginarse en Bruselas, Zurich, Bialystok... o Santoña si no queremos volar tan alto.
El final del curso. El comienzo de las vacaciones. El tiempo no se detiene. Hoy monté la cuna para Pedro y desmonté la minicuna. Mientras guardaba las piezas en la caja sostuve un rato el colchón. Tan pequeño y liviano que la palabra le viene grande. Ni siquiera colchoneta. Más bien almohadilla, como las que se utilizaban en las plazas de toros y en los estadios de fútbol para hacer más cómodo el asiento. Sobre esta especie de almohadilla han dormido Alba, Adrián, Héctor y ahora Pedro en sus primeros meses de vida. ¿Qué será de ella? Es bonito heredar las cosas y reutilizar los objetos, especialmente cuando conoces la historia del objeto y a sus antiguos propietarios. Me apena un poco que el futuro dormilón que descanse en la minicuna desconozca la existencia de sus cuatro primeros moradores.
| Foto de la minicuna realizada por Héctor en uno de los descuidos en los que coge la cámara. |
Qué bonita la historia de la minicuna. Mi abuela paterna se obstinaba en que no se aprovechara las cosas de unos niños para otros ¡qué desperdicio, y sólo para algunos meses! (yo no tuve nada heredado de mis hermanos, pero porque nací cuando ya no me esperaban y todo se lo habían dado a una vecina).
ResponderEliminarFeliz vacaciones. Espero que tengas buenos momentos con Pedro (¡qué rápido crecen!).