Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

martes, 16 de agosto de 2011

Ja sóc aquí

Ja sóc aquí, en Cartagena. Casi una parada técnica antes de regresar a Córdoba, donde nos espera el calor que hemos ido esquivando durante todo el verano.
En Barcelona ha hecho una temperatura especialmente agradable. Nada de calor ni de humedad. Al atardecer refrescaba hasta el punto de apetecer la manga larga. Esto escribía Félix de Azúa este domingo en El País: Hoy sopla de nuevo el viento del sur. Durante unos días, casi una semana, aquí la vida ha sido soportable gracias a una temperatura europea. Hoy ha entrado el siroco y hemos regresado a nuestra indiscutible identidad, la de africanos levemente domesticados. Tuvimos suerte, pues. Algunos brochazos:

Barcelona no es para el verano (ni siquiera a temperatura europea). Demasiado turismo low-cost. Había leído sobre este fenómeno, sabía que el ayuntamiento de Barcelona había aprobado una ordenanza en la que establecía multas para las personas que paseasen por la ciudad en bañador o sin camiseta (aún así vimos algunos, todos turistas extranjeros), pero no imaginaba lo extendido que estaba. Pasear por las Ramblas, la Barceloneta, el barrio gótico o cerca de cualquier obra de Gaudí es como ir por un parque temático lleno de adolescentes maleducados (en el mejor de los casos) o directamente imbéciles. Digo adolescentes porque es lo que parecen, aunque la mayoría sobrepasa la veintena e incluso algunos parecian tener más de treinta. Me pregunto que diría Oscar Wilde si supiera que ahora Dorian Gray va en manada, calzando chanclas y sujetando un vaso de plástico con sustancia alcohólica. Veo difícil que el ayuntamiento pueda hacer algo al respecto. Las ordenanzas serían infinitas: prohibido pasear sin camiseta, prohibido jugar a la pelota en las escalinatas del parque Güell, prohibido lanzar botellas de plástico llenas de agua al aire, prohibido ir en bicicleta por la acera como si fueras el rey de la pista.... resumiendo: prohibido hacer el ganso en cualquiera de sus innumerables manifestaciones. Y eso que no salimos por la noche a ver a la peña en su auténtico ambiente.

Castelldefels ha supuesto una agradable sorpresa. Lo elegimos por precio y resultó ser todo un acierto. Un pueblo la mar de agradable y cómodo. Ideal para nuestras necesidades. Es como Azuqueca pero con (muy buena) playa y a tan solo 25 minutos del Paseo de Gracia tomando el cercanías. Y sin turismo. Muy recomendable.

A Cataluña hemos de volver. Nos ha encantado. Gerona, Tarragona, Montserrat, Besalú, El monasterio de Poblet, las montañas, las masías, el mar... Nos han quedado ganas de repetir. Dentro de unos años, cuando todos los viajeros puedan subir escaleras por sí solos y aguanten largas jornadas turísticas. A Barcelona también hemos de volver, pero no en verano.





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