Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

domingo, 12 de febrero de 2012

Traducciones

Últimamente ando picajoso con los libros que leo traducidos de otras lenguas. Encuentro muchos párrafos mal escritos o sin sentido que inmediatamente atribuyo a una mala traducción. Este verano me exasperó la lectura de Operación Shylock. La finalicé con mucha voluntad pero me quedaron ganas de no volver a leer ningún libro de Philip Roth, ¡uno de mis escritores favoritos!

Pensé que la culpa era de Ramón Buenaventura, el traductor de la novela. Esta es una pequeña muestra con algunas de sus perlas (entre paréntesis el número de página en mi edición de Alfaguara):
  • Poniendo los cinco sentidos en algo que me distrajera de los ansiones de osadía que ahora me asaltaban... (371)
  • Yo soy un hombre sin piedad, que desempeña una tarea despiadada para un país impiedoso (405).
  • o movido tal vez por la ideología del profesionalmente desideológico... (414).
  • cuando terminé el capítulo onceno y me senté a leer el manuscrito completo, hallé en mi interior una extraña sensación de incertidumbre en lo tocante a la verosimilitud del libro. No lograba seguirme creyendo [esa historia] ... (416).
  • declarando haber imaginado aquello que la superinventiva realidad me había suministrado sin cargo alguno, de munífico modo. (417)
  • le lampó la herida con la lengua...(426)
  •  me di cuenta de lo especiosas que eran mis razones para avenirme a hacer lo que él me pedía. (435)
  •  Me gustas mucho, Philip, créasme o no. (447)
  • Venación intelectual. (455)
Durante toda mi vida he leído novelas traducidas y nunca me había incomodado de tal manera. ¿Me estaré volviendo demasiado exigente y puntilloso, incapaz de disfrutar, siempre con la ceja elevada? ¿Me va a suceder con la literatura lo que con el cine? Hace años que no soporto las películas dobladas y prefiero no ver una película si no es en versión original.

Cuando regresé a Córdoba una de las primeras cosas que hice fue comprobar si este señor, Ramón Buenaventura, era el mismo que había traducido las novelas de Roth que tanto me habían gustado. Y no, no es el mismo. El traductor de Me casé con un comunista (obra maestra, para mi gusto), La mancha humana (idem) y El animal moribundo (esta no tanto, pero también buena) es Jordi Fibla. Esto confirmó mis sospechas: el traductor había arruinado la novela de Roth.

Algo parecido me ocurre con Mal de escuela. Hay muchos párrafos y términos que me dan la impresión de no estar bien traducidos, de no transmitir el significado original (a veces, de no transmitir significado alguno). Empezando por el mismo título "mal de escuela". ¿Qué quiere decir? ¿se refiere a algún tipo de patología social generada por el sistema escolar? ¿al fracaso escolar? ¿al aburrimiento? El título original es "Chagrin d'Ecole". No tengo ni idea de francés pero leyendo el libro descubro que el significado se podría resumir como "sufrimientos escolares" o "penas escolares". Ambas opciones son feísimas como título de un libro. Recuerdo una frase de Pablo el parisino en el blog de Muñoz Molina: si la traducción es bella no es fiel, y si es fiel no es bella. ¡Qué trabajo más difícil el de traductor!

En cuanto a mal de escuela, al principio me echaba para atrás el constante uso de la palabra zoquete. ¿Por qué había elegido el traductor, Manuel Serrat, un término tan llamativo y en desuso? Eso me tenía intrigado. En toda mi experiencia escolar, contando los años de alumno y los de profesor, no recuerdo haber escuchado nunca esa expresión. Eres un zoquete. Ese alumno es un zoquete. Nunca. Es más, yo diría que la inmensa mayoría de los alumnos que actualmente pueblan las aulas de España desconocen lo que significa. Cada vez que leo "zoquete" me da la impresión de que me están contando una anécdota de los años cuarenta o cincuenta y no de la última década del siglo pasado.


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7 comentarios:

  1. A mí, la palabra zoquete me resulta muy familiar. ¿Qué palabra utilizarías tú en su lugar?
    En cuanto a esas frases que pones de la traducción, son horrendas. No, no es que tú te estés volviendo un quisquilloso, es que esa traducción es pésima.
    He buscado al traductor en internet y he encontrado esto
    http://www.rbuenaventura.com/index2.html
    No me da muy buena espina, la verdad. No me siento atraída a leer ninguno de sus libros ni sus traducciones.

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    1. En una conversación coloquial, en la que mi interlocutor es alguien en quien confío y sé que no va a malinterpretar mis palabras, podría bajar la guardia y utilizar el calificativo "torpe".
      En el trabajo (sesiones de evaluación, reuniones de orientación, etc.) o cuando hablo con personas que no son de total confianza (es decir, prácticamente siempre) utilizo expresiones como “alumno con dificultades”, “alumno con problemas”, “alumno problemático” y enseguida paso a relatar cuáles son esas dificultades o esos problemas que el alumno padece o causa.
      Por mucho que uno aborrezca la jerga psicopedagógica no se puede salir indemne de tanto manual de pedagogía.
      Ahora en serio, en general no me gusta calificar a los alumnos con ningún tipo de adjetivo. Especialmente si es un adjetivo con connotaciones negativas. Intento describir a los alumnos por sus acciones y sus omisiones y no por lo que son o dejan de ser. De un alumno me interesa lo que hace (bien o mal) no lo que es. Me parece que si afirmo que un alumno es un vago le estoy tatuando en su personalidad las cualidades del vago. Pepito es vago y por lo tanto no tiene remedio. Lo que se es, se es.
      Prefiero afirmar que Pepito no trabaja lo suficiente (o no trabaja nada, si es el caso). El hecho de no trabajar lo suficiente (o nada) es una circunstancia transitoria que termina en el mismo momento en que Pepito se decida a hacer su trabajo. Ser vago no tiene arreglo, trabajar poco sí.
      Si hablo con los padres de Pepito soy todavía más cuidadoso y no pongo el énfasis en lo que Pepito hace mal sino en lo que debería hacer bien: Pepito debería trabajar más (o Pepito debería trabajar, sin más, en el caso de que no dé un palo al agua) y ustedes le podrían ayudar de tal o cual manera.
      En definitiva que yo no sería capaz de sintetizar en una palabra lo que en mal de escuela se ha traducido como zoquete. Me temo que si me propusiera escribir un libro de esas características me saldría una pesadez psicopedagógica de muy señor mío. Cada afirmación con sus correspondientes matizaciones, avanzando precavidamente hacia ninguna parte.

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  2. "Más flojo que un bendo","No hace ni el huevo"....Eso pasó a la historia??

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    1. No pasaron a la historia. Son frases de uso común pero que a mí no me gusta utilizar en el ámbito escolar.

      Cuando empecé a trabajar de profesor, una de las primeras cosas que me di cuenta es de lo extremadamente cuidadoso que tenía que ser con el lenguaje. Frases que a nosotros nos parecen inocentes a nuestro oyente les puede parecer injuriosas. Además, este tipo de frases "llamativas" suelen quedar en la memoria del alumno y de su familia como un agravio y como una muestra evidente de que el profesor es injusto y les tiene manía. Da igual si esa percepción es errónea o no, lo cierto es que a partir de ese momento vamos a tener que trabajar con la suspicacia de alumno y familia a cuestas, y así es muy difícil.

      Además, a veces me equivoco al juzgar. Lo contrario sería inhumano. Por mucho interés que pongamos en ellos (que a veces tampoco es el caso) solo llegamos a conocer una parte muy superficial de la vida de los alumnos. A mí me puede parecer que el alumno es un vago y lo que sucede es que está enfermo y por timidez o vergüenza no lo quiere contar. Esta es la posible reacción de los padres en un caso así:
      - Pepito no hace ni el huevo. Los padres acuden doloridos a explicar por qué su hijo no puede hacer los deberes. La impresión que se llevan del profesor es negativa y como mínimo lo tachan de listillo (repito, da igual si esa apreciación es injusta o no. Es la que se llevan y con esa vas a tener que trabajar).
      - Pepito es un vago. Aquí depende mucho de los padres. La reacción puede ser parecida al caso anterior o puede que simplemente acudan a aclarar el malentendido sin acritud (pero tampoco con disposición favorable, al fin y al cabo están doloridos por la injusta apreciación de la que ha sido objeto su hijo).
      - Pepito debe trabajar (más). En este caso, lo normal es que los padres acudan a aclarar la situación y a compartir su preocupación por la evolución de su hijo. Como mínimo se van de la reunión sin ningún tipo de resquemor hacia el profesor. En el mejor de los casos te has ganado a esos padres para lo que queda de curso. Puedes contar con su apoyo para cualquier medida que decidas tomar con Pepito. Sabes que lo haces por su bien y, sobre todo, que ni es una injusticia ni le tienes manía.

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  3. Bueno a mí me ha gustado mucho tu entrada, porque he leído en libros traducidos algunos errores que creo son resultado de las nuevas condiciones laborales que imponen a los traductores las editoriales, más que sean estos traductores unos incompetentes o unos zoquetes. A mí me da pena que para ahorrar dinero una editorial escoja a un muchacho imberbe para hacer una traducción de Roth. O escojan a alguien experimentado pero le metan tanta prisa que arruinen el trabajo.

    Lo de zoquete me recuerda a los comics que leía de pequeño, y me hace gracia como la palabra "caracoles!" como expresión exclamativa típica del mundo anglosajón. Pero aquí en Reino Unido no he oído a nadie exclamar "snails!". ¿De dónde vendrá?

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  4. Tienes razón, las editoriales no valoran el trabajo de los traductores.

    ¿caracoles? Debe ser una expresión común en algún país americano. Muchos dibujos animados (Scooby Doo) eran doblados para el mercado hispano, no para el mercado español.

    Una curiosidad que he descubierto en el DRAE. Las siguientes expresiones se utilizan para demostrar el desprecio o poca estimación de algo:
    - me importa (algo) dos caracoles
    - no dársele (algo) dos caracoles
    - no valer (algo) dos caracoles

    A las editoriales le importan dos caracoles el trabajo del traductor. En consecuencia las traducciones no valen dos caracoles. ;-)

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  5. Estoy leyendo la traducción de Jordi Fibla de Pastoral americana de Roth y desde la primera página he encontrado constantes muestras de lo que parece una traducción descuidada, muy evidente en el caso de los abundantes términos deportivos. Una traducción nefasta.

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