Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

sábado, 8 de agosto de 2015

Perros y tiburones

En uno de los escasos paneles informativos que hay en el oceanográfico se puede leer: Los perros causan más muertes de personas al año que los tiburones. Héctor reclama mi atención y no me puedo parar a comprobar si algún texto complementa y explica el llamativo titular. Pero lo dudo. La Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia es el primer lugar de interés que visito primero como hijo y en una segunda ocasión como padre. En marzo de 2004 me trajeron mis padres a verlo. La principal razón que nos ha hecho visitarlo ahora es Héctor. El verano pasado disfrutó de lo lindo en la Casa de los Peces de La Coruña.

Once años después la experiencia ha sido muy parecida. El oceanográfico, impresionante; el museo, decepcionante; el conjunto arquitectónico, llamativo. En el fondo de eso se trata, de llamar la atención. Igual que la frase de los perros y los tiburones. Cuando vine con mis padres el museo llevaba poco tiempo abierto. Daba la impresión de que no habían tenido tiempo de rellenarlo. Mucho edificio para tan poco contenido. Sigue igual. De las tres plantas que consta el museo, la segunda es un conjunto de paneles con textos y fotografías sobre varios científicos galardonados con el premio Nóbel. Tal cual. En los tiempos de internet y wikipedia, ¿quién va a perder un minuto en esas instalaciones? Me recuerda a las exposiciones que se hacen en el pasillo del instituto con los trabajos de los alumnos:

Jean Dausset, premio Nóbel de medicina, fruto de su sagacidad investigadora, en 1958, descubrió en la superficie de los glóbulos blancos unas pequeñas estructuras químicas dispuestas en forma de antena, capaces de provocar la aparición de un anticuerpo que se fija en ellas específicamente; este antígeno, que denominó Mac, fue el primero aislado en el sistema HLA (Human Leucocyte Antigen). Ello le hizo deducir la importancia capital de estos antígenos en la defensa del organismo contra toda agresión exterior o interior, basándose en la capacidad de distinguir entre constituyentes propios del individuo y de lo extraño a él... (todo copiado/pegado de la wikipedia sin necesidad de leerlo y mucho menos entenderlo). Menganito, alumno de 4º A.

La Ciudad de las Artes y las Ciencias es, ante todo, un parque temático. Su interés por el arte y la ciencia es tangencial. Fueron la excusa para gastar un dineral en un parque temático de titularidad pública. ¿Cómo se explica que en una Ciudad así no exista una librería especializada en arte y ciencia? Un buen museo científico (El Museo de la Evolución Humana, por ejemplo) tiene siempre una buena librería (o sección de libros, dentro de la tienda del museo) para quien quiera profundizar en algún aspecto contemplado en la visita. Por mucho nombre rimbombante, si no existe vocación pedagógica no hay museo científico que valga. Lo que queda es espectáculo circense (animales exóticos) y atracciones de feria (espejos deformantes, magia "científica"...). Ojo, a mucha honra del circo y de la feria. Pero que no nos vendan gato por liebre. La liebre es espectacular y atractiva sin necesidad de que la dignifiquen presentándola como gato.


En la imagen se puede observar la última atracción del parque. Waterballs. Al menos ya no se molestan en disimular. Podrían haberla denominado La esfera y los fluidos para darle un toque científico al divertimento.

Los perros causan más muertes de personas al año que los tiburones. Teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de la humanidad se pasa la vida sin tener ningún contacto directo con tiburones... lo sorprendente sería lo contrario. Se puede sustituir perro por cualquier otra causa y la frase seguiría siendo cierta. Los charcos causan más muertes de personas al año que los tiburones. ¡Terror a los charcos! Los ciervos causan más muertes de personas al año que los tiburones (por accidentes de tráfico). ¡Cuidado con los ciervos, tan inocentes que parecen! Ya puestos a impactar, los padres causan más muertes de personas al año que los tiburones. Si quieres ver a una fiera ahí la tienes, te lleva de la mano. Suerte que los niños sólo tienen ojos para los tiburones y no leen las cuatro frases que decoran la pared.

Merece la pena visitar el oceanográfico (no así el museo, ni el resto de la Ciudad). Es divertido, asombroso, entretenido, curioso. Lo pasamos bien. No aprendimos nada.


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