Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

lunes, 5 de marzo de 2012

Accidentes de tren

Durante el curso 1995/1996 estuve viviendo en Swansea, Reino Unido. Este año se conmemora el veinticinco aniversario del Programa Erasmus, gracias al cual pasé aquel año en tierras galesas. En ese tiempo visité Londres, Brighton, Cardiff, Bristol, Edimburgo, Glasgow y Cambridge. Siempre viajé en los autobuses de National Express o en el coche de algún amigo. Era lo más barato.

Hubo una excepción. Cuando mis padres vinieron a visitarme viajamos en tren. Era lo más cómodo para el poco tiempo del que disponíamos. En junio de 1996 hicimos el trayecto Londres-Swansea ida y vuelta. Poco más de un año después, el 19 de septiembre de 1997, el tren que salió de Swansea no llegó a la estación de Paddington. Chocó con un tren de carga vacío a la altura de Southall. De los 212 pasajeros que viajaban, 7 fallecieron y 131 resultaron heridos.


El sábado 7 de marzo de 1998, Johanna y yo estábamos viendo el telediario de las tres mientras comíamos en nuestro apartamento de Málaga. Una noticia nos sobresaltó: un accidente de tren mortal en Finlandia. Los detalles no fueron precisamente tranquilizadores. El accidente se había producido la tarde anterior en Jyvaskyla, cerca de donde vivían los padres de Johanna. Pocos meses antes, en el verano, nosotros mismos habíamos cogido varios trenes en la estación de Jyvaskyla, uno de ellos con destino a Turku. Justamente de esa ciudad procedía el tren siniestrado. De los 500 pasajeros, 11 fallecieron y 39 resultaron heridos.

Recuerdo que tras la comida me tumbé en la cama a leer un rato y echar una pequeña siesta. Johanna se quedó en el salón. Todavía estaba leyendo cuando sonó el móvil (estamos hablando de cuando los móviles todavía eran una rareza, aunque en la tierra de Nokia no tanto). Escuché como Johanna contestaba y entablaba una conversación en finés. Ese fue el momento en que decidí dejar el libro y cerrar los ojos. No recuerdo si llegué a dormir. Al poco entró Johanna en la habitación visiblemente alterada. Sami, su primo, el mismo que la había visitado en su año de erasmus en Córdoba, el mismo que hacía pocos meses nos había dado un paseo en barco por uno de los innumerables lagos que rodean Jyvaskyla, viajaba en ese tren con su novia. Ella era una de las once víctimas mortales. Él estaba herido, aunque no de gravedad.


Recuerdo el verano de 2003 como uno de los más felices de mi vida. Pasé cinco semanas en Polonia gracias a la hospitalidad de Magda y su familia. El viaje en tren desde Bialystok a Sopot es el más memorable que he hecho nunca, el que recuerdo con más cariño. No fue el único trayecto que hice en tren aquel verano: Varsovia, Cracovia, Czestochowa, Malbork, Gdansk... En un momento dado le hice un comentario jocoso a Magda sobre mi historial con los trenes. Cada vez que utilizaba la red ferroviaria de un país europeo a los pocos meses ocurría un accidente mortal en una de las líneas en las que yo había viajado. En esta ocasión han pasado casi nueve años.

Panel de información en la estación de Bialystok:


Estas fotografías fueron tomadas en el tren que realiza el trayecto entre Cracovia y Varsovia:





1 comentario:

  1. (Deberías anunciar en tu blog los trayectos en tren que hagas, para que los supersticiosos dejen pasar un tiempo prudencial hasta coger la misma línea -es broma-).

    Si se compara los sistemas de seguridad de todos los trenes que aparecen en las fotografías de tu entrada, son muy inferiores a los que tenía el tren de Galicia. De tener ventanas como las de estos trenes, ahora se estaría hablando, con toda seguridad, de casi el 100% de los viajeros fallecidos (creo que es bueno que nos percatemos de los errores y, sobre todo, de los aciertos).

    Yo también he viajado mucho en tren, pero casi nunca en vagones como los de la fotografía del trayecto entre Cracovia y Varsovia. Esos vagones llenos de departamentos recuerdan bastante a las películas basadas en los libros de Agatha Christie.

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