Cita



El momento de la verdad nunca llega, el momento de la verdad nunca se va.
Ramón Eder

jueves, 14 de julio de 2011

Näkemiin Suomi

Hace casi un año que escribí por primera vez bajo el nombre de Eduardo Suomi. Fue un comentario en el blog de Muñoz Molina, el pasado 9 de agosto. El comentario en sí era una explicación de por qué había decidido utilizar ese seudónimo.

Hace un año no leía blogs y ahora no sólo me he aficionado a unos pocos sino que me da por abrir uno propio. El blog de Muñoz Molina ha sido muy importante para mí. En un año estresante, no había mejor manera de evadir las preocupaciones y descansar la mente que meditar sobre la entrada del día, en el comentario que pensaba escribir en cuanto tuviera unos minutos, en las réplicas y en las contraréplicas. He aprendido mucho y he disfrutado más.

Hacia el final de curso, poco a poco, fui dejando de escribir. No por falta de ganas sino por falta de tiempo. Muchos días no me daba ni para leer los comentarios a la entrada. Cuando por fin encontraba un momento para poner por escrito lo que tenía pensado, la conversación iba por otros derroteros y no me parecía oportuno interrumpir en plan "oye, que de lo que decíais hace dos días yo opino tal". El volumen de comentarios diarios que se publican en el blog de Muñoz Molina supera mi capacidad para poder intervenir a gusto en la conversación. Sigo leyendo, pero de manera más relajada desde que no participo.

Pero ya tenía inoculado el gusanillo de pensar a lo largo del día en lo que iba a escribir cuando tuviera un rato. Ahora voy por ahí como un reportero-opinador. La de comentarios que he escrito mentalmente sobre el movimiento 15M, el seseo y el ceceo, la posguerra y otros muchos que he olvidado.

Abrí el blog con el nombre de Eduardo Suomi por inercia. Porque ese ha sido mi nombre de guerra durante este año y con él soy conocido virtualmente. Pero la verdad es que aquí no tiene sentido mantener el Suomi. Me resulta falso.

Näkemiin Suomi!



Hoy, 14 de julio, día de Francia. No conozco prácticamente nada de ese país: ni el idioma, ni la cultura, ni la historia ni la geografía. Pero el himno, ah, la Marsellesa. Después de escucharlo a quién no le dan ganas de gritar Vive la France!!!



Una sugerencia: la historia de cómo se compuso y se popularizó La Marsellesa está inmejorablemente contada por Stefan Zweig en el estupendo libro Momentos estelares de la humanidad.

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2 comentarios:

  1. Estás siendo muy constante!,un abrazo. Hay alternativa a tu nombre de guerra???

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  2. Aprovecho que los abuelos y las tías se disputan a Héctor para leer y escribir. Hasta dos y tres horas seguidas. ¿Quién se acordaba de lo que era pasar toda una tarde leyendo?
    Ya veremos la salud del blog cuando vengan las vacas flacas.

    No hay alternativa. Se me pasó la fiebre adolescente de los seudónimos. Mi nombre es suficiente. Está bien.

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